Page 208 - Libros de Caballerías 1879
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PALMERÍN DE INGLATERRA
esta noche, que por la mañana sabréis lo que de-
seáis.
No tardó mucho que llamaron a cenar, siendo tan
bien servido como lo pudiera ser en casa del rey
su padre; de ahí le llevaron a una cámara, donde
había de dormir, en la cual estaba una cama tan
bien obrada e rica, que parecía más para ver que
para ocuparla en aquello para que fué hecha. Don
Duardos se acostó, espantado de lo que vía ; aunque
pensar en Flérida no le dejase descansar, el traba-
jo pasado le hizo bien dormir. La señora del cas-
tillo, que no esperaba otra cosa, viéndole vencido y
ocupado del sueño, mandó a una doncella, que «en
la cámara entró, tomar la su muy rica espada que
traía siempre consigo, que la tenía a la cabecera, y
después de tomada, sintiendo que su deseo podía
venir a lo que siempre deseara, dijo a otra
—Di a mi sobrino que venga, que con menos
trabajo de lo que pensamos puede tomar venganza
de la muerte de su padre, pues en nuestro poder
está éste, que es nieto y yerno dle aquel que le
mató.
En esto bajó de lo más alto de la torre un gi-
gante mancebo, acompañado de algunos hombres ar-
mados, y entró dentro en la cámara así acompa-
ñado, diciendo:
—¡Don Duardos, don Duardos! —en alta voz—
con menos reposo que eso habías de estar en esta
casa.
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