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PRIMA LEÓN
tenía guardado! Mas agora ¿por qué no me acuer-
do que en vuestro nombre cometí tan grandes co-
sas como ésta, y que en ellas quedé siempre con
vitoria ?
Y estas palabras le pusieron tamaño esfuerzo, que
casi no sintiendo las heridas que tenía, se fue con-
tra el gigante, diciendo:
—Haz lo que pudieres, trabaja por defenderte,
porque si hasta aquí peleaste comigo, agora con
otras fuerzas y otro hombre te combates.
Y el gigante se fué a él, y comenzaron esta ba-
talla tan diferente de las pasadas que don Duar-
dos se espantaba de lo que vio, que a su parecer
era la cosa más notable del mundo, en la cual an-
duvieron tanto que Dramusiando fué puesto en re-
celo de ser vencido, porque los golpes de Prima-
león no parecían de hombre tan mal herido; mas
como los del gigante no tuviesen resistencia, porque
no tenía armas ni escudo con que se cubrir, fué
puesto en tanta flaqueza, que casi no tenía fuerzas
para sostener el espada, y lo que hacía era lo que
el corazón le prestara, y ésta, como fuese sola y
sin tener otra ayuda, dio con su señor en el suelo
más muerto que vivo, con gran placer del gigante,
y así como estaba le mandó llevar al aposento de
don Duardos para que fuese curado, y primero que
entendiese en la cura de su persona le hizo curar,
porque, como se dijo, este Dramusiando fue el hom-
bre que más deseó conservar la vida de los buenos
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