Page 229 - Libros de Caballerías 1879
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PRIMA LEÓN


     tenía guardado! Mas agora ¿por qué no me acuer-
     do que en vuestro nombre cometí tan grandes co-
     sas como ésta,  y  que en  ellas quedé siempre con
     vitoria ?
       Y estas palabras le pusieron tamaño esfuerzo, que
     casi no sintiendo las heridas que tenía, se fue con-
     tra  el gigante, diciendo:
       —Haz   lo que  pudieres,  trabaja por defenderte,
      porque  si  hasta aquí peleaste comigo, agora con
      otras fuerzas y otro hombre te combates.
       Y el gigante se fué a  él, y comenzaron esta ba-
      talla tan diferente de  las pasadas que don Duar-
      dos  se espantaba de  lo que vio, que a su parecer
      era  la cosa más notable del mundo, en la cual an-
      duvieron tanto que Dramusiando fué puesto en re-
      celo de ser vencido, porque los golpes de Prima-
      león no parecían de hombre tan mal herido; mas
      como los del gigante no tuviesen resistencia, porque
      no  tenía armas  ni escudo con que  se cubrir,  fué
      puesto en tanta flaqueza, que casi no tenía fuerzas
      para sostener  el espada, y  lo que hacía era lo que
      el corazón le prestara, y  ésta, como  fuese sola  y
      sin tener otra ayuda, dio con su señor en el suelo
      más muerto que vivo, con gran placer del gigante,
      y así como estaba le mandó llevar al aposento de
      don Duardos para que fuese curado,  y  primero que
      entendiese en la cura de su persona  le hizo curar,
      porque, como se dijo, este Dramusiando fue el hom-
      bre que más deseó conservar la vida de los buenos
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