Page 224 - Libros de Caballerías 1879
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             PALMERÍN DE INGLATERRA


        ras que por él pasaron y muy triste porque ningu-
        na della fué tal que le diesen nuevas de don Duar-
       dos. Venía en un caballo morcillo, vestido de armas
       de verde y leonado, trayendo ocupados  los ojos en
        ía suavidad que  aquellos  árboles y  corrientes de
       aguas hacían a quien a vista della caminaba; y así
        allegó a la puente al tiempo que don Duardos acaba-
        ba de enlazar el yelmo y de tomar una gruesa lan-
        za; estaba en un hermoso caballo alazán del gigan-
        te, armado de armas negras sembradas de fuegos,
        en  el medio dellas unos corazones que ardían; en
        el escudo, en campo negro,  la  tristeza, puesta por
        tal arte, que ella misma enseñaba su nombre a quien
        no la conocía. Primaleón, que así le vio, le dijo
         —Señor caballero, ¿no daréis licencia a quien de-
        sea ver esa fortaleza que  lo pueda hacer sin pasar
        por la furia de vuestras manos?
          —La costumbre de la entrada os diré — dijo don
        Duardos— , y es que habéis de justar conmigo  ; y  si
        me venciéredes, pasares por otros peligros dudosos,
        y entonces podréis ver lo que deseáis.
          Dicho esto, apartándose Id necesario se encontra-
        ron con tanta fuerza, que las lanzas volaron en me-
        nudas piezas y tomando otras dos lanzas muy más
                   ;
        gruesas que las otras, pasaron la segunda y tercera
        y cuarta carrera sin ninguno llevar ventaja; mucho
        se espantaron de la fortaleza uno del otro, mas a la
        quinta se toparon de ¡los cuerpos con tanta fuerza,
        que juntamente vinieron al suelo ; mas como en en-
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