Page 221 - Libros de Caballerías 1879
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DESIERTO Y PALM ERÍN


     travesando  la de Levante, tanto que un día en  la
     tarde  allegaron  al gran  puerto de  Costantinopla,
     que en aquel tiempo era poblada  des voluntades tan
     tristes como en otro tiempo lo era de invenciones
     alegres y días contentos.
       El esforzado Polendos, rey de Tesalia, que era  el
     capitán de la galera que venía de correr y atrave-
     sar todos  los mares,  así Océano como Mediterrá-
     neo, sin hallar ninguna nueva de Primaleón ni de
     don Duardos, dio cuenta al emperador de las tierras
     que anduvo y de lo poco que en aquella demanda hi-
     ciera, de lo cual  el emperador quedó muy descon-
     tento. Polendos le presentó el hermoso infante, con
     quien fué algún tanto consolado, pareciéndole que
      tan fermosa cosa había de traer consigo algo que
      diese contentamiento a quien  le había menester,  y
      llamando a un duque,  lo mandó llevar a Gridonia,
      para que  sirviese a su hija Polinarda, que ya en
      aquel tiempo comenzaba a ser tan hermosa que se
      creía que su madre y agüela no lo fueron  tanto
      como ella en el tiempo que florecían.
        La emperatriz y Gridonia lo recibieron con aque-
      lla voluntad que una persona inocente y cosa tan
      bella se había de recebir; y así comenzó a servir a
      Polinarda,  hija de Primaleón y de  Gridonia, con
      tan aparejado deseo, que le puso después en muchas
      afrentas, de las cuales nunca pensó salir.
        No tardó mucho que por la puerta del palacio en-
      tró una doncella,  la cual había venido en un pala-
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