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PALMERÍN DE INGLATERRA
ñera el infante Desierto se crió sirviendo a su mes-
ma madre, sin ella ni él saber el mucho parentesco
que entre ellos había.
Aquel día que el infante del Desierto salió a ca-
zar, el salvaje esperó hasta la noche, y viendo que
no venía él, ni los leones tampoco, comenzó de en-
tristecerse, y gastando las horas del sueño en pen-
samientos que se le hacían perder, estuvo hasta otro
día, que los leones llegaron ensangrentados de la
sangre del venado que mataron; mas él que los vio
sin su guardador, los mató, sin se le acordar la
pérdida que en hacello recibía. Mas Palmerín se tor-
nó tan triste que ninguna cosa le podía contentar,
pasando el tiempo en irse a pasar su soledad ri-
beras de la playa donde la mar batía. Tanto conti-
nuó esto, que una vez vio venir a la costa una ga-
lera, y llegando hacia aquella parte do Palmerín es-
taba, el capitán mandó poner la proa en tierra, ha-
llando aquellos donceles, porque también Selvián, el
hijo del salvaje, estaba en la compañía de Palmerín
espantado del parecer de entramos y de la manera
de su traje, después de estar algún rato platicando,
puso en su voluntad de llevarlos consigo por fuerza,
si de otra manera no quisiesen; mas Palmerín no
hubo menester muchas palabras, porque su natura-
leza le inclinaba a no se contentar de aquella vida.
Entonces, entrando en la galera, el capitán hizo
su camino como de antes llevaba ; en esto continua-
ron tantos días, volviendo la costa de España y
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