Page 217 - Libros de Caballerías 1879
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DESIERTO Y PALMERÍN

     a su hijo propio; y con esto los crió a la leche de
     sus pechos hasta que  la edad los enseñó a susten-
     tar de otro mantenimiento.
       Entre  tanto,  el rey de Inglaterra, Fadrique, pa-
     dre de don Duardos, en  el gran dolor de  lo ocu-
     rrido a su hijo y nietos, envía un embajador a Cons-
     tantinopla para hacerlo saber al anciano emperador
     de Grecia. Llega éste a la ciudad al tiempo en que
     se celebran grandes fiestas con motivo del nacimien-
     to de Polinarda, nieta del emperador, hija de Pri-
     maleón el hermano de Flérida. Al momento son sus-
     pendidos los festejos, y el emperador Palmerín, muy
     alterado con tales nuevas,  retírase a sus habitacio-
     nes. Mas  el príncipe Primaleón, que grandes  obli-
     gaciones debe a su cuñado don Duardos, dejando a
     su amada esposa Gridonia y a su reciennacida hija,
     toma sus armas y se pone secretamente en camino
     para lograr la libertad del prisionero. Lo mismo van
     haciendo los más famosos caballeros de la corte del
     emperador; y cuando  la  noticia de  la pérdida de
     don Duardos se extiende por  las de Francia, Es-
     paña, Alemania y otras tierras, no hay caballero que
     quiera ser el último en salir en su demanda.
       Aquí deja  la historia de hablar dello, y torna a
     los  infantes, que  la mujer del  salvaje criaba con
     tanto amor como a sus propios hijos  ; así como iban
     creciendo se hacían tan hermosos y bien dispues-
     tos, que parecían de mayor edad die lo que enton-
     ces eran: su ejercicio era cazar, siendo en ello tan

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