Page 81 - Libros de Caballerías 1879
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LA LIBERTAD DE ORIANA
con la rabia de la muerte, e fué para otro que ya
el yelmo de la cabeza le derribara, e hendióle hasta
el pescuezo. Cuando el otro caballero vio tal des-
truición en sus compañeros, comenzó de huir cuanto
más podía. Amadís, que movía en pos del, oyó dar
voces a su señora, e tornando presto, vio a Arca-
laus, que ya cabalgara, e que tomando a Oriana por
el brazo, la pusiera ante sí, e se iba con ella cuanto
más podía. Amadís fué en pos del sin detenencia
ninguna, e alcanzólo por aquel gran campo; e al-
zando la espada por lo herir, sufrióse de le dar gran
golpe, que la espada era tal, que cuidó que mata-
ría a él e a su señora; e dióle por cima de las es-
paldas, que no fué de toda su fuerza; pero derri-
bóle un pedazo de la loriga e una pieza del cuero
de las espaldas.
Entonces dejó Arcalaus caer en tierra a Oriana
por se ir más ahina, que se temía de muerte; y su
caballo comenzó de correr de tal forma, que en poca
de hora se alongó gran pieza. Amadís, comoquiera
que lo mucho desamase e desease matar, no fué
más adelante por no perder a su señora, e tornóse
donde ella estaba; e descendiendo de su caballo, se
le fué fincar de hinojos delante e le besó las ma-
nos, diciendo:
—Agora haga Dios de mí lo que quisiere; que
nunca, señora, os cuidé ver.
Ella estaba tan espantada, que le no podía hablar,
e abrazóse con él, que gran miedo había de los ca-
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