Page 141 - Vuelta al mundo en 80 dias
P. 141

En todo caso, había una cosa que Picaporte no olvidaría jamás, esto es: el sacrificio de
                  mister Fogg para librarlos de los sioux arriesgando su fortuna y su vida. No; ¡jamás lo
                  olvidaría su criado!

                  Mientras que cada uno de los viajeros se entregaba a reflexiones diversas, el trineo volaba
                  sobre la inmensa alfombra de nieve, y si atravesaba algunos ríos, afluentes o subafluentes
                  del Little Blue, no se percata-ba nadie de ello. Los campos y los cursos de agua se
                  igualaban bajo una blancura uniforme. El llano estaba completamente desierto,
                  comprendido entre el "Union Paciflc" y el ramal que ha de enlazar a Kearney con San José,
                  formaba como una gran isla inhabitada. Ni una aldea, ni una estación, ni siquiera un fuerte.
                  De vez en cuando, se veía pasar, cual relámpago, algún árbol raquítico, cuyo blanco
                  esqueleto se retorcía bajo la brisa. A veces, se levantaban del suelo bandadas de aves
                  silvestres. A veces también, algunos lobos, en tro-peles numerosos, flacos, hambrientos, y
                  movidos por una necesidad feroz, luchaban en velocidad con el tri-neo. Entonces Picaporte,
                  revólver en mano, estaba pre-parado para hacer fuego sobre los más inmediatos. Si algún
                  incidente hubiese detenido entonces el trineo, los viajeros atacados por esas encarnizadas
                  fieras, hubie-ran corrido los mas graves peligros; pero el trineo seguía firme, y tomando
                  buena delantera, no tardó en quedarse atrás aquella aultadora tropa.

                  A las doce, Mudge, reconoció por algunos indi-cios, que estaba pasando el helado curso del
                  Platte. No dijo nada, pero ya estaba seguro de que, veinte milla más allá, se hallaba la
                  estación de Omaha.

                  Y, en efecto, no era la una de la tarde cuando, abandonando la barra, el patrón recogía
                  velas, mientras que el trineo, arrastrado por su irresistible vuelo, recorría aún media milla
                  sin velamen. Por último, se paró, y Mudge, enseñando una aglomeración de teja-dos
                  blancos decía:

                   Hemos llegado.

                  Ya se hallaban, pues, en aquella estación donde numerosos trenes comunicaban con la parte
                  oriental de los Estados Unidos.

                  Picaporte y Fix habían saltado a tierra, y estiraban sus entumecidos miembros. Ayudaron a
                  mister Fogg y a la joven a bajar del trineo. Phileas Fogg pagó gener-samente a Mugde, a
                  quien Picaporte estrechó amisto-samente la mano, corriendo todos después a la esta-ción de
                  Omaha.

                  En esta importante ciudad de Nebraska es adonde va a parar el ferrocarril, con el nombre de
                  "Chicago Rock Island", que corre directamente al Este, sirvien-do cincuenta estaciones.

                  Estaba dispuesto a marchar un tren directo, de tal modo, que Phileas Fogg y sus
                  compañeros sólo tuvie-ron tiempo de arrojarse a un vagón. No habían visto nada de
                  Omaha; pero Picaporte reconocía que no era cosa de sentir, puesto que no era ver ciudades
                  lo que importaba.
   136   137   138   139   140   141   142   143   144   145   146