Page 84 - 12 Kepler
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su esposa Barbara,  en julio del mismo año. En enero de  1612
                    murió su protector, Rodolfo II.  Los disturbios bélicos habían da-
                    ñado mortalmente la cultura en Praga. Así que lo que quedaba de
                    la familia Kepler se trasladó a Linz,  con el caput familiae como
                    Matemático Territorial. El nuevo emperador Matías le conservó el
                    nombramiento de Matemático Imperial y lo dejó partir a Linz. Per-
                    sistía entre sus obligaciones sacar adelante las Tablas rudoifinas,
                    misión aceptada por las autoridades de Linz.
                        En dicha ciudad el clima científico y cultural distaba mucho
                    del de Praga. Pero además Kepler sufrió los rigores de la intransi-






               EL PROCESO DE BRUJERÍA CONTRA SU  MADRE
               Este proceso fue espantosamente largo. En aquellos tiempos se produjo una
               oleada de procesos de brujería en toda Europa, especialmente en  Francia y
               Alemania.  Las  supuestas brujas confesaban tal condición para no tener que
               soportar la tortura. En  cuestión de catorce años fueron quemadas treinta en
               el  pueblo de Leonberg, donde residía Katharina, la madre de Kepler. Por cual-
               quier cuestión insignificante,  la  madre de Kepler resultó sospechosa de bru-
               jería. Esa simple posibilidad se convertía pronto en una serie interminable de
               pruebas incriminatorias. No se  puede decir que las autoridades religiosas no
               pusieran empeño en  esclarecer la  verdad. La  primera denuncia fue en 1615 y
               fue declarada inocente en 1621.  Seis años duró el  proceso, en  los cuales  las
               denuncias y sospechas se  iban acumulando como en  una avalancha a partir
               de indicios realmente mínimos. El  hijo realizó numerosos viajes para la defen-
               sa  de su  madre y  recurrió a todas sus  influencias entre los poderosos para
               evitar que fuera condenada. La  defendió incluso asumiendo papeles de abo-
               gado. La  pobre mujer fue encarcelada, donde sufrió «el  frío y  la  soledad».
               Querían que confesase, pero ella se negó en  rotundo. La  amenazaron con el
               tormento. La llevaron a la sala de torturas para que supiera lo que le esperaba.
               Se  le acusaba entonces de que, a pesar de todas esas  amenazas no había
               llorado, como prueba de su  hechicería y culpabilidad. Ella se defendió dicien-
               do que había llorado tanto en su vida que no le quedaban más lágrimas. En la
               cámara de torturas se negó a confesar: «Haced conmigo lo que queráis. Aun-
               que me arrancarais una a una las  venas de mi cuerpo no tendría  nada que
               confesar». Tras estar encarcelada catorce meses, fue exonerada de toda cul-
               pa.  Pero salió tan dañada de todos los suplicios, que la  infeliz murió a los
               pocos meses de haber recobrado la  libertad.









         84         EL ASTROFISICO
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