Page 88 - 12 Kepler
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Si se colocara una piedra fuera de la Tierra y se considerara que
                        ambas carecen de cualquier movimiento adicional, entonces no solo
                        la piedra se precipitaría hacia la Tierra, también la Tierra lo haría
                        hacia la piedra; repartirian el espacio que las separa en una propor-
                        ción inversa a sus pesos respectivos.

                        La tercera ley de Newton salta y se agita gozosa en este párra-
                    fo.  Además, aquí se ve que esa «fuerza», aun sin nombre pero ya
                    cerca de tenerlo, que contempla la caída de los «graves», no solo
                    puede estar ejercida por el Sol, y no solo por la Tierra, sino también
                    por una miserable piedra, si bien se reconoce que su efecto no
                    sería mucho.
                        Y es más, en otra carta propone que la resistencia a moverse
                    de un planeta es proporcional a su masa, si bien,  al carecer de
                    datos sobre la masa de los planetas, no pudo sacar mucho partido
                    cuantitativo a esa propiedad.
                        Dichas las similitudes, ciertamente asombrosas, de sus teorías
                    e intuiciones con la gravedad newtoniana, más repartidas entre sus
                    epístolas que entre sus libros, digamos también las diferencias. La
                    gravedad que, según Newton, crea un cuerpo como el Sol, es creada
                    por su masa Kepler pensaba que era, más que su masa, su rotación.
                    Si el Sol girase, era este giro lo que emanaba del Sol debilitándose,
                    haciendo girar a los planetas, sobre todo a los cercanos. Esto lo
                    pensó Kepler antes de conocer que el Sol giraba efectivamente,
                    como se comprobó después al observar el movimiento de las man-
                    chas solares. Cuando Kepler fue informado, y él mismo observó,
                    que el Sol giraba, lo entendió como un respaldo a su teoría.
                        Podemos imaginar a Kepler calculando el cuadrado del pe-
                    ríodo de rotación del Sol sobre sí mismo, elevándolo al cuadrado
                    y comparando el resultado con el cubo del radio solar para ver si
                    su tercera ley se cumplía para la superficie del Sol. No hay ningún
                    indicio de que lo hiciera y, si lo hubiera hecho, habría visto que no
                    se cumplía, pero esto no suponía ningún impedimento a la validez
                    de tal ley.  Pero, ¿qué hubiera ocurrido si hubiera salido positivo
                    ese cálculo que nunca se hizo?
                        ¿De qué naturaleza era la «fuerza» de «atracción» en el mo-
                    delo kepleriano? No dijo que fuera de carácter magnético, pero sí






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