Page 142 - 13 Pitagoras
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como un número. No dejaron de trabajar con todo tipo de longitu-
                    des, áreas y razones en geometría, pero solo consideraron válidos
                    los casos conmensurables. Así se forzó también la distinción entre
                    número y magnitud,  que mantendría al álgebra y la geometría
                    como disciplinas sin relación mutua durante siglos.
                        Además, la geometría griega ya tenía considerables limitacio-
                    nes. Los griegos solo admitían como válidos aquellos conceptos
                    geométricos que se pudieran construir en la realidad,  es decir,
                    que pudieran existir, y que pudieran dibujarse usando solo una
                    regla y un compás (por si esto fuera poco, no se admitía el uso de
                    la regla con marca alguna sobre ella). Por tanto, la geometría se
                    limitaba a las figuras que se podían obtener a partir de la línea
                    recta y el círculo. Las únicas superficies admitidas eran las que se
                    podían obtener haciendo girar líneas rectas y círculos alrededor
                    de un eje, como por ejemplo el cilindro, el cono y la esfera, for-
                    mados por la revolución de un rectángulo, un triángulo y un cír-
                    culo, respectivamente, alrededor de una recta; así como el prisma,
                    que es un cilindro especial, y la pirámide, que resulta de la des-
                    composición de un prisma. Las secciones cónicas se introdujeron
                    al cortar conos mediante un plano.
                        Todas estas restricciones a figuras claramente definidas die-
                    ron lugar a una geometría simple, ordenada, armoniosa y bella,
                    pero demasiado rígida. En su insistencia en la unidad, la comple-
                    titud y la sencillez, y en separar el pensamiento especulativo de la
                    utilidad, la geometría clásica griega restringió la visión de sus ma-
                    temáticos, les cerró la mente a nuevos pensamientos y métodos,
                    y puso un límite infranqueable a sus logros.
                        El fracaso a la hora de aceptar los irracionales como números
                    dejó abierta la cuestión de si se podía asignar un número a razo-
                    nes inconmensurables, con lo que estas podrían estudiarse desde
                    la aritmética. Con el número irracional, el álgebra se hubiera am-
                    pliado también. En lugar de regresar a la geometría para resolver
                    ecuaciones cuadráticas, o de otro tipo, que podían tener raíces
                    irracionales, estos problemas se hubieran podido abordar en tér-
                    minos numéricos, y el álgebra se hubiera desarrollado a partir de
                    la situación en que la dejaron los egipcios y los babilonios. Incluso
                    para los números enteros y las razones de números enteros, los






         142        EL FRACASO DE LA ARITMÉTICA UNIVERSAL
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