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LA COLONIZACIÓN GRIEGA

               Entre los siglos v111  y v1  a.c. tuvo lugar la colonización griega del Mediterráneo,
               un proceso que fue a la  vez parte y  motor de los  grandes cambios que se   1
               produjeron en  las ciudades griegas. La  partida de grupos de ciudadanos en
               busca de nuevos territorios donde refundar su  civilización solucionaba los
               problemas de carestía, regulaba la población o simplemente hacía de válvula
               de escape para  la  conflictividad social o política. El  proceso de colonización
               potenció el  comercio e hizo posible importar alimentos de regiones más fér-
               tiles, donde se podían obtener en mayores cantidades y con menos esfuerzo.
               Para pagar las importaciones de alimentos, las ciudades griegas se dedicaron
               a la  industria: fabricaron armas, tejidos o cerámica para intercambiar por los
               cereales, aunque también desarrollaron la  agricultura especializada, produ-
               ciendo vino y aceite de oliva, para los que la tierra griega es apropiada.

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         comportamiento, en los que estableció las bases de sus normas
         éticas y políticas y dibujó las líneas de lo que sería la forma de vida
         pitagórica.
             Los primeros dos discursos versaron sobre cuestiones políti-
         cas.  El primero lo  dio  en el gimnasio,  frente  a  los jóvenes de
         Crotona. Les aconsejó honrar a los mayores y a los dioses y llevar
         a cabo una política de alianzas con sus vecinos. A continuación
         dirigió un discurso al senado, presentando la idea pitagórica de la
         armonía política y del Estado como una herencia que se debe pro-
         teger y administrar con rigor por la mayoría y para la mayoría.
             Los dos discursos siguientes se centraron en la educación
         religiosa. El discurso que dirigió a los niños es un compendio de
         información sobre rituales. Y el último discurso, pronunciado
         frente a las mujeres de la ciudad, permite extraer información
         muy significativa sobre el interés por la mujer de la secta pitagó-
         rica,  que  promovía el  matrimonio  dentro  de  su  hermandad.
         Como resulta patente, el contenido de estos discursos contra-
         dice el supuesto igualitarismo de la hermandad pitagórica, pues
         parece que Pitágoras concebía la política como el terreno de los
         hombres y relegaba a las mujeres y a los niños a las cuestiones
         religiosas.






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