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14.11 ). Su primer sermón que se registra empieza con las palabras «El Espíritu del Señor está
            sobre mí» ( Lucas 4.18 ). Era «llevado por el Espíritu» ( Mateo 4.1 ) y estaba «lleno del Espíritu

            Santo» ( Lucas 4.1 ). Del desierto «volvió en el poder del Espíritu» ( Lucas 4.14 ).

                Jesús  recibía  sus  instrucciones  de  Dios.  Era  su  hábito  ir  a  adorar  (  Lucas  4.16  ).  Era  su

            costumbre memorizar las Escrituras ( Lucas 4.4 ). Lucas dice que Jesús «se apartaba a lugares
            desiertos, y oraba» ( Lucas 5.16 ). Sus momentos de oración lo guiaban. Una vez regresó después

            de orar y anunció que era tiempo de pasar a otra ciudad ( Marcos 1.38 ). Otro tiempo de oración
            resultó  en  la  selección  de  los  discípulos  (  Lucas  6.12– 13  ).  Jesús  era  guiado  por  una  mano

            invisible. «Todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente» ( Juan 5.19 ). En el

            mismo capítulo afirmó: «No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo» ( Juan 5.30
            ).


                El corazón de Jesús fue espiritual.













            EL CORAZÓN DE LA HUMANIDAD




            Nuestros corazones parecen estar muy lejos del de Jesús. Él es puro; nosotros somos codiciosos.
            Él es pacífico; nosotros nos afanamos. Él está lleno de propósitos; nosotros nos distraemos. Él es

            agradable;  nosotros  somos  rebeldes.  Él  es  espiritual;  nosotros  nos  apegamos  a  esta  tierra.  La
            distancia  entre  nuestros  corazones  y  el  suyo  parece  ser  inmensa.  ¿Cómo  podemos  siquiera

            esperar tener el corazón de Jesús?

                ¿Está listo para una sorpresa? Ya lo tiene. Usted ya tiene el corazón de Cristo. ¿Por qué me

            mira de esa manera? ¿Le jugaría una broma en esto? Si usted ya está en Cristo, entonces ya tiene
            el corazón de Cristo. Una de las promesas supremas, y de la que nos percatamos es sencillamente

            esta: si usted le ha entregado su vida a Jesús, Jesús se ha dado a sí mismo. Ha hecho de su

            corazón su morada. Sería difícil decirlo de una manera más concisa que Pablo: «Vive Cristo en mí»
            ( Gálatas 2.20 ).


                A riesgo de repetir, permítame volver a decirlo. Si usted ya le ha entregado su vida a Jesús, Él
            mismo se ha dado a usted. Se ha mudado a su vida, ha desempacado sus maletas y está listo para

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