Page 75 - Lucado. Max - Como Jesús_Neat
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La  venganza  necesita  un  lugar  donde  alojarse,  y  nosotros  le  mostramos  un  sillón.  La
            autocompasión quiere dar una fiesta, y nosotros le mostramos la cocina. La lujuria toca el timbre, y

            nosotros cambiamos las sábanas de la cama. ¿No sabemos cómo decir que no?

                Muchos no lo saben. Para la mayoría de nosotros la administración del pensamiento es, por así

            decirlo,  algo  en  lo  que  ni  pensamos.  Pensamos  mucho  en  cuanto  al  manejo  del  tiempo,  la
            administración del peso, la administración personal, incluso la administración del cuero cabelludo.

            Pero ¿qué tal en cuanto a la administración del pensamiento? ¿No deberíamos preocuparnos por
            manejar  nuestros  pensamientos  así  como  administramos  cualquier  otra  cosa?  Jesús  lo  hacía.

            Como soldado entrenado a la puerta de una ciudad, vigilaba su mente. Obstinadamente vigilaba la

            entrada  de  su  corazón.  A  muchos  pensamientos  les  negó  la  entrada.  ¿Necesita  unos  pocos
            ejemplos?


                ¿Qué tal en cuanto a la arrogancia? En una ocasión el pueblo decidió hacer a Jesús su rey. Que
            pensamiento más atractivo. A la mayoría de nosotros nos hubiera encantado la noción de realeza.

            Incluso  aun  cuando  rechazáramos  la  corona,  disfrutaríamos  al considerar  la  invitación.  Pero  no

            Jesús. «Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de Él y hacerle rey, volvió a
            retirarse al monte Él solo» ( Juan 6.15 ).

                Otro ejemplo dramático ocurrió en la conversación de Jesús con Pedro. Después de oír que

            Jesús anunció  que  se  acercaba  la  muerte en  la  cruz,  el  impetuoso  apóstol objetó: «¡Imposible,
            Maestro! ¡Eso jamás puede suceder!» (véase Mateo 16.22 ). Evidentemente Pedro estaba a punto

            de poner en tela de duda la necesidad del Calvario. Pero nunca tuvo la oportunidad. Jesús cerró la

            misma  entrada.  Hizo  salir  al  escape  al  mensajero  y  al  autor  de  la  herejía:  «¡Apártate  de  mí,
            Satanás, pues me pones en peligro de caer! Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las

            ven los hombres» ( Mateo 16.23 , VP).

                ¿Y cuando se burlaron de Jesús? ¿Alguna vez la gente se ha reído de usted? De Jesús también

            se burlaron. Cuando respondió a una solicitud de que sanara a una muchacha enferma, al entrar en

            la casa le dijeron que la muchacha había muerto. ¿Su respuesta? «La niña no está muerta, sino
            duerme». ¿Cuál fue la respuesta de la gente que había en la casa? «Y se burlaban de Él». Como

            todos  nosotros,  Jesús  tuvo  que  enfrentar  un  momento  de  humillación;  pero,  a  diferencia  de  la
            mayoría de nosotros, rehusó recibirla. Note su respuesta decisiva: «Mas Él, echando fuera a todos»

            ( Marcos 5.39– 40 ). Jesús no permitió que la burla entrara en la casa de la muchacha, ni tampoco
            en su mente.





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