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pensamiento. Así que de nuevo acude a Jesús. Usted somete este pensamiento a la autoridad de
Cristo. Al desenvainar la espada del Espíritu, la Palabra de Dios, usted aprende que el orgullo no
agrada a Dios.
No acaricie ideas exageradas respecto a sí mismo y a su importancia (véase Romanos 12.3 ).
Pablo decía: «Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (
Gálatas 6.14 ).
Por más que le gustaría dar cabida a este pensamiento en su invernadero, no puede. Solo
permite que entre lo que Cristo permite.
Un ejemplo más. Esta vez el pensamiento no es de crítica ni de lisonja, sino de tentación. Si
usted es varón, el pensamiento viene vestido en rojo brillante. Si usted es mujer, el pensamiento es
el atleta que siempre quería. Hay un cepillo en la mano, perfume en el aire, y la invitación: «Vamos;
esto no es malo. Somos adultos, ¿no?»
¿Qué hacer? Pues bien, si usted no está bajo la autoridad de Cristo le abre la puerta de par en
par. Pero si usted tiene la mente de Cristo, usted retrocede y dice: «No tan aprisa. Tienes que
pedirle permiso a mi hermano mayor». Así que usted lleva esa situación apasionada a Jesús y le
pregunta: «¿Sí o no?»
En ninguna parte Él contesta más claramente que en 1 Corintios 6 y 7 : «No debemos buscar
esa clase de relaciones sexuales que evaden el compromiso y la intimidad, dejándonos más solos
que nunca … ¿Es bueno tener relaciones sexuales? Por supuesto; pero solo dentro de cierto
contexto. Es bueno que el hombre tenga su esposa, y que la mujer tenga su esposo. Los deseos
sexuales son fuertes, pero el matrimonio es lo suficientemente fuerte como para contenerlos»
(Véase 1 Corintios 6.18 ; 7:1– 2 ).
Armado ahora con la opinión de Cristo y la espada del Espíritu, ¿qué hace usted? Pues bien, si
la que lo tienta no es su esposa, usted cierra la puerta. Si la invitación es de su esposa, entonces ¡
HURRA, HURRA, HURRA!
El punto es este. Guarde la entrada de su corazón. Someta sus pensamientos a la autoridad de
Cristo. Mientras más selectivo sea usted en cuanto a las semillas, más se deleitará con la cosecha.
Vivan alegres por la esperanza
que tienen; soporten con valor los sufrimientos; no dejen nunca de orar.
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