Page 5 - El maquinista de la General
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En 1893 el libro fue reeditado como «The great
                                                      locomotive chase» («La gran persecución de
                                                      las  locomotoras»),  y  esa  versión  fue  la  que
                                                      atrajo     poderosamente         la     atención
                                                      de Bruckman en  1925.  Como  el gagman hizo
                                                      notar  a Keaton,  había  encontrado  en  esa
                                                      historia una bella posibilidad de armonizar un
                  relato  épico  con  una  interminable  sucesión  de  gags  relacionados  con  la
                  persecución de ferrocarriles.
                  El nacimiento de un proyecto

                  Desde su primera lectura, Buster Keaton se sintió atraído por aquella novela. A
                  las posibilidades cinematográficas del relato se unía la pasión de Keaton por los
                  trenes: la mayoría de sus películas tienen alguna secuencia en la que aparece
                  involucrado un tren, y hasta el fin de su vida tuvo en su casa un enorme tendido
                  ferroviario  de  juguete.  Además,  aunque  el  proyecto  prometía  ser  costoso,  el
                  momento no podía ser mejor. Joseph M. Schenck había sido puesto al frente de
                  la  United  Artists,  productora  que  había  dado  su  visto  bueno  a  carísimas
                  producciones independientes de figuras como Chaplin, Mary Pickford o Douglas
                  Fairbanks.  Por  otra  parte,  hasta  ese  momento  todas  las  películas
                  de Keaton habían sido bastante rentables, y la más reciente, El boxeador (1926),
                  estrenada durante la postproducción de esta cinta, llegó a ser en pocos días la
                  más taquillera de los últimos años. Con esos argumentos, Schenck consiguió de
                  la United Artists carta blanca para que Keaton hiciera la película como quisiera
                  y con un generoso presupuesto.

                  Escribiendo la historia

                  Lo  primero  de  todo  fue  la  escritura  del  guión. Keaton, Bruckman y  otros  dos
                  colaboradores  (Al  Boaster y Charles  Smith)  elaboraron  un  argumento  que  en
                  términos generales se mantuvo fiel a los hechos descritos por Pittenger, con un
                  cambio significativo: el número de perseguidores sureños fue reducido a uno, el
                  personaje de Keaton, rebautizado como Johnnie Gray en el filme. A partir de él
                  construyeron todo el relato, que se centraba en la primera parte de la novela: el
                  robo  de  la  «General»  y  su  posterior  rescate  por  las  tropas  sureñas;  toda  la
                  historia  de  la  cautividad  y  las  intentonas  de  huida  fueron  deliberadamente
                  olvidadas, entre otras cosas porque en la película el punto de vista del relato fue
                  modificado     para    que    las
                  simpatías  pasaran  al  Sur.  La
                  guerra       civil     constituía
                  entonces  -mucho  más  que
                  ahora-  uno  de  los  temas  más
                  espinosos     de    la   historia
                  norteamericana,  y Keaton era
                  muy     consciente     de    esa
                  especial  sensibilidad.  Como
                  señaló  años  después  en  una
                  entrevista,    «uno     siempre
                  puede  hacer  villanos  a  los
                  norteños, pero nunca al sur. No
                  funciona     con    el   público
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