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Continua: Siguiendo los pasos de las mujeres del Tanaj



                                            CENTRO JUDIO, DAVID MATTISYAHU
                                                   Managua, Nicaragua.
                                                     70 años Israel.


                 A  partir  de  un  pequeño  indicio  en  el  texto:  “Nuestras  esposas  e  hijas  serán  violados”  (Números
                 14:3), los comentaristas deducen que sólo los hombres perdieron las esperanzas, pero no las mu-
                 jeres. También aquí la inclinación natural de los hombres de ver la evidencia superficial y arribar a
                 conclusiones lógicas terminó siendo engañosa y falsa. Por su parte, las mujeres se resistieron a la
                 tentación de desesperarse. Ellas vieron más allá de la superficie, apreciaron la realidad de la ayuda
                 Divina y la visión de un futuro en el que se cumpliría el plan maestro de D´s.

                 ¿Quién tiene el mérito?

                 Sin embargo, en las referencias midráshicas y textuales falta algo con respecto a la abstención de
                 las mujeres al no participar en estos grandes errores de la historia judía. Esas mujeres no reciben
                 crédito directo por su entendimiento y por su visión. Sólo nos enteramos que las mujeres no estu-
                 vieron entre los pecadores a través de alusiones indirectas.
                 Podríamos pensar que los individuos merecen el reconocimiento y eso les ayuda a seguir creciendo,
                 pero que no ocurre lo mismo cuando se trata de un grupo. De hecho, las mujeres judías fueron
                 reconocidas de forma conjunta por continuar trayendo niños al mundo durante la difícil esclavitud
                 egipcia. Lo mismo ocurrió en el caso de las hijas de Tzelofajad por querer asentarse en la Tierra de
                 Israel y tener una porción en ella (ver Números cap. 27). ¿Por qué no reconocer también a todas
                 las mujeres judías por permanecer firmes y evitar los dos famosos pecados del Becerro de Oro y de
                 los espías?

                 Aparentemente la Torá sigue el famoso dicho judío de lefum tzar agra, de acuerdo con el esfuerzo
                 es la recompensa. En otras palabras, no se da mérito por algo que es natural y no involucra mucha
                 elección ni acción. En los casos del Becerro y de los espías, las mujeres judías exhibieron sus cuali-
                 dades naturales y su habilidad de entendimiento y visión a largo plazo; de ver más allá de la su-
                 perficie para llegar a una realidad más profunda.

                 Pero no fueron más allá de esos límites naturales: no influyeron ni impactaron en quienes las ro-
                 deaban, no los convencieron para que no consideraran sólo el corto plazo y no perdieran la fe. Fi-
                 nalmente, las historias del Becerro y de los espías tuvieron un final trágico.

                 En contraste, Sará confrontó a su marido y le pidió diplomáticamente que presentara su desacuer-
                 do ante D´s; Rivká implementó sutilmente un plan para que la bendición la recibiera el hijo correc-
                 to; Miriam destacó tres razones concisas y racionales por las que su padre estaba equivocado. Sin
                 embargo,  las  mujeres  en  el  desierto  permanecieron  calladas.  No  se  escuchó  indignación  ni
                 desacuerdo con las quejas públicas y la histeria. Si bien no fueron parte del problema, tampoco
                 fueron parte de la solución.

                 El Midrash (Bereshit Rabá 19:9) cuenta sobre un matrimonio de personas rectas que no podía te-
                 ner hijos. Eventualmente decidieron divorciarse e intentar volver a casarse con otras personas. La
                 historia cuenta que ambos se casaron con personas malvadas. Al final, el hombre recto se volvió
                 malvado y el hombre malvado se volvió recto. El Midrash dice que de aquí aprendemos “que todo
                 depende de la mujer”.



                 Continua...









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