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JUBILACIÓN


                                            CENTRO JUDIO, DAVID MATTISYAHU
                                                   Managua, Nicaragua.
                                                     70 años Israel.


                  JUBILACION

                  Kedoshim (Levítico 19-20)

                  Durante muchos años, Estados Unidos perdió la mayoría de sus personas sabias y capaces a cau-
                  sa de la jubilación. Tanto en las universidades como en los negocios, la ley obligaba a la persona a
                  abandonar  su  profesión  al  llegar  a  los  65  años.  Afortunadamente,  en  los  últimos  años  hubo  un
                  replanteo de esta política.

                  Desde la perspectiva de la tradición judía, que valora la sabiduría, esas reglas no tienen sentido.
                  Cuanto mayor es la persona, más probable es que haya adquirido sabiduría y experiencia. En con-
                  secuencia, en lugar de negares la oportunidad de compartir su conocimiento, el judaísmo enseña
                  que los ancianos deben liderar a nuestro pueblo.

                  En la Torá, muchos de los grandes líderes del pueblo judío alcanzaron sus posiciones a una edad
                  avanzada. Abraham respondió por primera vez al mandato de D´s de ir a Canaán cuando tenía 75
                  años. Cuando los israelitas partieron de Egipto, fueron liderados por Moshé y Aharón, de 80 y 83
                  años de edad respectivamente.

                  El Talmud declara: "Si los jóvenes te dicen que construyas y los ancianos que destruyas, debes
                  destruir en lugar de construir, porque la destrucción indicada por los ancianos es, en sí misma,
                  constructiva".

                  La Torá describe cómo Rejavam, el hijo del Rey Shlomó, dio la espalda al consejo de sus conseje-
                  ros más ancianos y en cambio hizo caso a los más jóvenes. ¿El resultado? Perdió la mayoría de su
                  reino  y  la  nación  judía  quedó  irremediablemente  dividida  entre  el  Reino  Norte  y  el  Reino  de
                  Iehudá. Si hubiera seguido el consejo de los ancianos, esta tragedia se hubiera podido evitar.

                  Kedoshim, nuestra parashá, habla del respeto a los ancianos. La palabra kedoshim significa san-
                  tos, y buena parte de la parashá trata sobre las leyes diseñadas para ayudar al pueblo judío a
                  convertirse en una nación santa. Entre esas leyes está la obligación de ponerse de pie ante una
                  persona  mayor  y  respetar  a  los  ancianos  (Levítico 19:32).  Los  Sabios interpretaron  esta  ley  de
                  forma bastante literal y la ley judía nos obliga a ponernos de pie por respeto cuando pasa a nues-
                  tro lado una persona mayor.

                  El Shulján Aruj, el Código de Ley Judía, dice que una persona adquiere el status de “anciana” a los
                  70 años. Los ancianos gentiles también deben ser honrados y respetados. Esta mitzvá continúa
                  vigente y es respetada por muchos judíos observantes.

                  Entre las leyes de respetar a los ancianos está la orden de no sentarse en su silla, no responder
                  en lugar de ellos y no contradecir sus palabras. Es interesante que estas leyes sean similares a las
                  que debe cumplir un niño hacia sus padres. En ambas instancias, entre otras cosas, se reconoce
                  que la persona de más edad tiene más sabiduría.

                  Sin embargo, la tradición judía no relega la posibilidad de ser sabio exclusivamente a los mayores
                  de 70 años. Se le brinda el mismo respeto y reconocimiento a quienes logran un gran conocimien-
                  to y sabiduría de Torá a edades mucho más tempranas. Por ejemplo, la ley judía también exige
                  que uno se ponga de pie cuando pasa a nuestro lado un erudito de Torá.

                  La Torá concluye que hay dos formas de obtener sabiduría: a través de la experiencia de
                  vida y por medio del estudio de la Torá.


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