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EL TEMPLO
CATÓLICO
DE 1925
la ojiva de su entrada principal. Observó que Torres, Dr. Bernardino López, Juan Palomo,
de aquel magnifico templo no quedaban más Antonio Mayén, Víctor Funes Escobar, Clau-
que ruinas. Era asombroso cómo de una obra dio Antonio Medina, Alfredo Pineda y Vir-
de rara construcción -al menos así lo habrían gilio Gómez. En una de sus reuniones “como
valorado algunos de sus habitantes-, apenas un chispazo”, se les ocurrió hacer gestiones
quedaba un trozo del techo. ante el Presidente de la Republica, don Carlos
Mientras contemplaba todo con tristeza, de Meléndez.
repente sus ojos brillaron y por un instante se Estaban seguros de la comprensión del man-
les escaparon unas lágrimas, las imagines que datario, pues fue durante su administración
había dejado en línea el día de corpus todavía cuando se produjo el cataclismo. Además,
estaban allí en esa misma posición, totalmente poseía una inmensa fortuna. Y no pensaron
intactas. En la búsqueda, un acompáñate mal. A los pocos días llego el tren repleto de
encontró el Sagrario entre los escombros y lo láminas para cubrir el techo del santuario.
puso en sus manos. Según comento después, Por otra parte, toda la madera para levantar la
“por obra de Dios se habían salvado”. estructura la donó don Emeterio Ruano, pro-
Al final, de ese templo no quedó nada, sólo el pietario de la Hacienda Zapotitán, situada a
reloj, como mudo testigo marcaba la hora de ese unos 32 kilómetros al occidente de la capital.
fatal momento cuando comenzó a “pedalear”, Como una especie de digresión, sobre este
hasta numerar los instantes angustiosos. benefactor de la ciudad, se dice que tenía mucho
Ese reloj se convirtió en símbolo de aquel- dinero. Fue uno de los primeros en tener un
las horas de aceleramiento progresivo; así automóvil, cuando El Salvador era todavía una
como también de los intervalos aflictivos. Sin tupida montaña. También alrededor de su per-
embargo más allá de la tragedia, el carácter sona se bordaron algunas leyendas, entre ellas
indomable de los armenienses, estuvo pre- que tenía “pacto con el diablo”. Sin embargo,
sente. Entre lágrimas removieron escombros, su gesto con la iglesia decía lo contrario.
honrados de mucha fe, junto al párroco Delfino Hubo otro sector que aportó su cuota para
Corso y el alcalde, a finales de ese mismo año que ese templo se pusiera de pie; las seño-
decidieron levantar una nueva parroquia. ras “locatarias” de los puestos del mercado.
Se integró un Comité Pro-Construcción, Muchas veces para el pago de la planilla sema-
formado por los cuídanos influyentes: Arcadio nal no alcanzaba y eran ellas las de los mayores
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