Page 17 - Visiones de Alejandria | 3ra edicion | Editorial HL 2019
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Editorial HL | Literatura Moderna
ellos, con el rostro ovalado y ojos grandes, delgaducho, totalmente calvo y flaco. Yo le
creí. Le creí porque en serio estaba asustada, al grado de que tenía uno de sus brazos
petrificados y la cara roja de tanto llorar y apretar el estómago.
Ese hecho me afecto porque yo fui el único que se asomó detrás de los arbustos para
comprobar que no había nada, sin embargo no era así. Había cuatro seres muy
distintos a nosotros de rostro, que miraban a mí y los demás niños desde los arbustos.
Pero, curiosamente no se daban cuenta de que yo los podía ver. Ellos seguían
llamando a mis amigos, creyendo que no los notaba.
De tal manera que al comprender eso, concluí que también estaban algo confundidos y
querían huir de ahí lo antes posible. Así que le dije a mis compañeros que no había
nada, que en los arbustos no había nada y era pura invención. Así ellos se
tranquilizaron y poco a poco se fueron calmando, conforme salieron los maestros, que
no se preocuparon por investigar el hecho, a pesar de que vieron a alumnos llorando y
contando lo sucedido; mas nunca se pronunciaron al respecto, solamente reanudaron
las clases de ese día tan confuso, el cual hasta la fecha no se con exactitud que
sucedió. Lo único que me consta es que los niños se consolaron a sí mismos esa
mañana. Y en cuanto al segundo hecho que me impacto durante mi infancia, fue la
historia de Giorgio, un hombre del pueblo que vivía solo, de perfil violento, humilde
pero siempre rodeado de rumores acerca de su salud mental, todos los niños le tenían
miedo. Resulta, que una noche, mientras el pobre cambiaba el techo de su casa, se
cayó y se quebró la espalda, siendo intervenido por un cuarteto de curanderos locos,
que le colocaron por dentro una especie de postes, los cuales no funcionaron porque
que nunca se le cicatrizo la rajada (porque eso era) que le habían hecho, la cual media
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