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JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
LECCIÓN 1
Jesús enseñó: que no hay terreno medio… entre… y
Jesús ha sido ampliamente mal interpretado. Los hombres no han entendido quién es Él. No han
entendido qué enseñaba ni cómo lo enseñó.
Mucha gente sostiene que Jesús enseñaba que los hombres eran libres de creer y hacer lo que
les agradara (sin importar que esa enseñanza fuera contradictoria) y que con todo y eso
agradarían a Dios. Esas personas sostienen que uno puede cometer pecados tales como el
asesinato, violación sexual, mentira, robo, adulterio, etc., y aún agradar a Dios, aunque rehúse
arrepentirse de esos pecados. Jesús no era un maestro «sentimentaloide». Él no se equivocaba.
No era ambiguo. ¡Nunca dijo a alguien: «Cree lo que quieras y haz lo que desees—Yo te salvaré
por mi gracia sin importar lo que hagas o no»!
Sin embargo, los hombres dicen: «Jesús es tan bueno—Él nunca va a permitir que alguien se
pierda». Jesús es bueno, pero no es cierto que Él sea un «bonachón» (en el sentido de permitir
que los hombres pisoteen con gusto Sus enseñanzas como si Él no fuera más que un simple
hombre). Hay un número de declaraciones hechas por Jesús las cuales se registraron en el
Sermón del Monte y que hacen este punto muy, muy claro. Entre esas declaraciones está la que
se registra en Mateo 7:13-14, la cual dice lo siguiente:
«Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la
perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta y angosta la
senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan» (LBLA).
La meta básica de esta primera lección es «dar un vistazo» a los varios elementos que hay en
esta enseñanza de Jesús.
I. Jesús enseñó definitivamente que no hay un terreno medio entre Él y Satanás.
1. La Biblia claramente enseña que tanto Jesús como Satanás (el diablo) son reales.
(1) Jesús es real. El evangelio según Juan comienza con las siguientes palabras:
«En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era
Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por
medio de Él, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho…
Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como
del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» (Jn. 1:1-3, 14).
De modo que, no puede haber duda en cuanto a que la Biblia claramente declara la
realidad de la existencia de Jesús, la Palabra que se hizo carne. La Palabra era Dios
(existencia sin límite de tiempo, Él siempre era Dios—sin un principio). Él se hizo carne
(Jesús de Nazaret, nacido de la virgen María). Cuando la Palabra se hizo carne, sin dejar
de ser Dios, se convirtió en algo que no era antes—es decir, hombre (Jn. 1:14; 1 Tim.
2:5).
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