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JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
Ahora, en tercer lugar, debe considerarse que no hay una puerta en medio de la puerta estrecha
y de a puerta amplia.
La «puerta estrecha» es aquella mediante la cual uno deja el mundo y entra en Cristo (en el
cuerpo de Cristo, la iglesia que Jesús compró con su sangre, Hch. 20:28; Ef. 1:22-23). Uno está
en capacidad de «atravesar» esta puerta cuando —y sólo cuando— ha respondido
favorablemente al «invitador» (Jesús) abriendo el corazón al mensaje (el evangelio). El acto
culminante (el que sigue a oír, aprender, creer en el evangelio, arrepentirse de los pecados y
confesar a Cristo como Señor) es ser bautizado. Nadie puede entrar accidentalmente por la
puerta estrecha; uno debe aprender y obedecer la verdad— la única y sola verdad que es el
evangelio de Cristo (Ef. 4:4-6; Hch. 4:12; Ro. 1:15-17; Gál. 1:6-9; 2 Tes. 1:7-9; etc). Son aquellos
—y solamente aquellos— quienes reciben la palabra (la verdad, el evangelio) los que pueden
entrar por la puerta estrecha (Hch. 2:22-47; considere especialmente el 2:41; comp. Jn. 3:3-5;
Gál. 3:26-27). Es la única puerta estrecha que da acceso a la «senda angosta» (la vivencia de la
vida cristiana), la cual —si se sigue fielmente— conduce a la vida eterna (Apo. 2:10).
A la «puerta ancha» uno entra cuando peca (es decir, cuando viola la voluntad de Dios. 1 Jn. 3:4;
Ro. 3:23; Isa. 59:1-2). A diferencia de la puerta estrecha (la cual requiere que el hombre haga
específicamente lo que manda el único mensaje de Cristo), uno puede tener acceso a la «puerta
ancha» mediante incontables maneras de pensar y/o actuar. Cualquier desobediencia a la
palabra de Dios o cualquier obediencia a las falsas doctrinas causará que uno entre por la puerta
ancha. La puerta ancha da acceso a una vida mundana—ésta provee entrada al «espacioso
camino» que lleva a la perdición eterna.
No hay puerta intermedia entre la puerta angosta y la puerta ancha. Todo hombre debe entrar
o por la puerta estrecha o por la puerta ancha.
IV. Jesús enseñó definitivamente que no hay senda intermedia entre la senda angosta y la senda
amplia.
1. Si alguien ha entrado por la senda angosta (siendo bautizado en Cristo arrepintiéndose
de los pecados), entonces se ha convertido en cristiano (hijo de Dios, salvo de sus pecados
mediante la sangre de Cristo, Gál. 3:26-27; Ro. 6:3-5). Esto significa que él ha empezado
a andar por «la senda angosta» que conduce a la vida eterna (cielo).
Por otro lado, si alguien ha entrado por la senda amplia, entonces ha entrado a una vida
de pecado (se ha convertido en un hijo del diablo, alguien perdido en sus pecados,
separado de Dios). Así que él ha empezado a andar por la senda que conduce al castigo
eterno (al infierno, Mat. 25:46).
2. Caminar por la senda angosta involucra un compromiso con Jesucristo, con la verdad
y con la justicia. Jesús dejó claro que cualquier hijo de Dios que le sea fiel (a Jesús) debe
«tomar su cruz cada día y seguirle» (Lc. 9:23). Esto significa que, para ser fiel a Jesús, uno
debe estar dispuesto a pagar cualquier precio para ser obediente a la voluntad de Cristo
(Lc. 9:24). El apóstol Pablo dejó claro esto cuando dijo (a punto de enfrentar una
situación peligrosa para sí mismo) que estaba listo no solamente para ir a prisión sino
también a morir para ser fiel a Cristo (Hch. 21:13). Jesús enseñó claramente que para
que alguien sea fiel debe amarle (a Jesús) más que a la esposa, los padres, los hijos, las
posesiones y aun la propia vida (Lc. 14:25-26). Esto simplemente significa que hay cosas
que uno no puede hacer y agradar a Dios. Por ejemplo, uno no puede (a) amar, defender
y seguir (obedecer) una falsa doctrina, (b) hacer aquello que no está autorizado por el
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