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JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
Lección 3
«No podéis servir a Dios y las riquezas»
El versículo contexto de esta decisiva declaración y el pronunciamiento preciso es Mateo 6:24
donde nuestro Señor habló y un Mateo inspirado registró estas palabras de peso y sabiduría,
«Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a
uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas»
Nuestro Señor fue positivo y negativo
Él nos aseguró positivamente que no podemos servir a dos señores diferentes simultáneamente.
Un señor captará nuestra afectiva lealtad; el otro, despertará nuestro odioso desdén e inflexible
rechazo. Nos dijo negativamente que no podemos servir a Dios y a Mammón. Jesús nunca fue
todo-positivo ni todo-negativo. Ser todo de una cosa y nada de la otra lleva al desbalance al
enésimo grado. El balance adecuado es oponerse activamente a lo que estorba y perjudica y
aprobar de manera entusiasta y practicar persistentemente aquello que ayuda y nos mantiene
fieles a nuestro Imán Espiritual—el todopoderoso Mesías.
Lealtad dividida: Una cosa imposible
Una esposa que ha estado casada por una docena de años, con un esposo e hijos que dependen
de ella, intenta recuperar sus años de citas de la adolescencia y sin embargo asegura a su esposo
que lo ama pero que, por una necesidad emocional, tiene que buscar a otros hombres para
tenerlos como amantes ilícitos. Esto es un amor dividido en sus intenciones, pero nunca puede
ser amor real. Esas intenciones solamente reflejan una gran inmadurez y menosprecio. El amor
marital no puede dividirse entre la pareja sexual legal y una sarta de encuentros casuales.
La lealtad espiritual para con la Deidad y una afinidad con lo que es pagano y mundano son una
combinación simplemente imposible. No obstante, las multitudes buscan practicar un amor
dividido en esos asuntos. Fracasan completamente en percatarse de que uno no puede ser
amigo de Dios como lo era Abraham (Stgo. 2:23) y amigo del mundo al mismo tiempo (Stgo. 4:4).
¡Estos conceptos son polos opuestos!
El flexible y vacilante Israel de la época de Elías pretendía un matrimonio entre el popular Baal
y el estricto, exigente e intransigente Jehová. El fiero e implacable Elías en su valiente disputa
con los devotos de Baal habló a Israel en términos indudablemente claros de manera que ellos
no podían seguir dando tumbos entre un servicio parcial al idolátrico Baal y un servicio parcial
al viviente Jehová. Estas mentes necesitaban definir de una vez por todas si iban a servir a lo que
fue moldeado por manos humanas—la imagen sin vida de Baal— o a Quien hizo las manos
humanas y los corazones humanos, el todopoderoso Dios (1 Re. 18:21).
Mateo, Marcos y Lucas todos registran la visita del incógnito pero muy interesante e intrigante
joven rico (Mat. 19:16-22; Mr. 10:17-22; Lc. 18:18-25). En cuanto se acercó a Jesús sus riquezas
quedaron atrás en casa; su rostro estaba enfocado en el Maestro. Tan entusiasmado estaba con
su inquietante pregunta acerca de la vida eterna que CORRIÓ hacia el Señor. Se sentó a los pies
del Maestro y preguntó qué necesitaba hacer para tener vida eterna. Jesús echó un vistazo a su
corazón; Él sabía a la perfección que su corazón dividido estaba atado a sus riquezas y solo de
manera superficial tenía interés en el camino hacia la riqueza celestial. Abiertamente y sin
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