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JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO

                                                      Lección 4

                                      «Cuidaos de los falsos profetas…»


                                                   (Mat. 7:15-20)





                   La Biblia es enfática y profusa en sus advertencias contra los falsos maestros. El primer pecado
                  representa el habilidoso engaño en que cayó la inocente Eva por parte del más falso profeta. Su
                  boca estaba llena de mentiras y no había ni hay verdad en él. El último libro de la Biblia nos
                  presenta un cuadro del diablo, la bestia y el falso profeta castigados en el lago que arde con
                  fuego y azufre.

                  A través de la historia de Israel, tal cual está registrada en las sagradas Escrituras, los falsos
                  profetas  fueron  denunciados  y  su  odiosa obra  fue  plenamente  expuesta. Las «lisonjas»,  las
                  «suaves palabras» y las «visiones» y «sueños» de los hombres deshonestos son advertencias
                  para nosotros para que estemos vigilantes en nuestra incansable determinación de señalar,
                  evitar y exponer y denunciar a todos aquellos que enseñan algo que no está en armonía con la
                  sabiduría revelada.

                  Consistente  con  esta  presentación  de  los  falsos  maestros  como  seres  destructores  de  los
                  mejores intereses y mejores bienes del hombre, está la enseñanza del Nuevo Testamento contra
                  estos astutos instructores. Desde Janes y Jambres, quienes se opusieron fuertemente a Moisés,
                  hasta Alejandro el calderero, quien le causó muchos males a Pablo, los escritores inspirados han
                  dado advertencias en contra de los promotores del error.

                  El dócil y humilde Jesús utilizó palabras muy fuertes de condenación cuando hablaba de los que
                  engañaban a la humanidad. Su intransigente denuncia de los maestros mentirosos, lo cual revela
                  la fortaleza de Su carácter, su total compromiso con la verdad y su completa aversión hacia la
                  falsa doctrina.

                  No  es  posible  exagerar  en  el  énfasis  sobre  el  daño  que  provocan  los  guías  perversos.  No
                  solamente causan división (una cosa que Dios detesta) sino que el resultado de su traición, sea
                  que lo sepan o no, es la perdición eterna de aquellos que son arrastrados por su influencia.

                  Cuidaos es una palabra contundente. Es una advertencia. Nos dice «Cuidado, peligro, riesgo,
                  daño  inminente».  Esto  nos  grita:  «¡Pongan  atención!  ¡Estén  en  guardia!».  Es  una  palabra
                  explosiva.

                  «Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro
                  son lobos rapaces» (Mat. 7:15). La apariencia no es la realidad. Los profetas mentirosos se
                  proyectan a sí mismos como ángeles de luz. Por lo tanto, la advertencia es de las más urgentes.

                  «Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?»
                  (Mat. 7:16). ¿Cuáles son sus frutos? Ciertamente Jesús no está hablando de la conducta de ellos.
                  Sólo nos dice que estos lobos hambrientos aparecerán como ovejas indefensas. Se disfrazarán
                  para engañar, si es posible, aun a los elegidos. La noción de que los falsos profetas pueden ser
                  detectados por cómo llevan sus vidas no tiene fundamento en la Sagrada Escritura. Muchos



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