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JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
«simplemente predicar el evangelio sin ocuparse de lo demás». (7) Más que cualquier otro, el
predicador debe ser un «buen mezclador» que se lleven bien con todos y dejen la impresión de
que cualquier doctrina y práctica son aceptables. Después de todo, las metas primordiales de
los predicadores son: (a) Atraer a tanta gente como sea posible a través de cualquier medio y
(b) nunca, nunca, nunca provocar que alguien se vaya y que nunca regrese.
Observaciones acerca de Juan 8:24
Si no hubiera otros pasajes del Nuevo Testamento mediante los cuales poder evaluar la
predicación del Salvador, Juan 8:24 nos daría varias percepciones. (1) Él no temía ofender a
aquellos a quienes se dirigía. Claro que Él no pretendía ofender a alguien solo por el placer de
hacerlo, pero este pasaje revela que no medía sus palabras tomando en cuenta si alguien se iba
a ofender o no. En una ocasión algunos de los discípulos le advirtieron que sus palabras habían
ofendido a los fariseos (Mat. 15:12), pero si estaban esperando que Él se disculpara pasó todo
lo contrario (vv. 13-14). Sin duda los fariseos descritos en Juan 8 se sentían ofendidos por ser
llamados «pecadores» (vv. 21, 24) y hombres «de abajo» y «de este mundo» (v. 23). Eso no le
preocupó al Señor; ellos tenían que oír esas palabras. ¡Qué lástima que en la mente de muchos
hoy (incluyendo ciertos predicadores) el «pecado capital» de un predicador sea ofender a
alguien (como lo hizo Cristo), sin importar cuán verdaderas o necesarias puedan ser esas
palabras.
(2) Las palabras de Jesús fueron exclusivas. Cuando dijo «si no creéis que yo soy, moriréis en
vuestros pecados» los fariseos en su ciego prejuicio no pudieron entender todas las
implicaciones de las claras palabras de Jesús, pero no por eso dejaron de percibir la exclusividad
de las palabras que pronunció. Es trágico que los hombres modernos (incluyendo algunos
predicadores) no quieran la exclusividad de Jesucristo mismo, de Su iglesia o Su plan de
salvación, según Jesús mismo la enseñó.
(3) Las palabras de Jesús no fueron completamente ‘positivas’. De hecho, ¡fueron totalmente
negativas! En un abrir y cerrar de ojos les dijo que eran pecadores y que estarían perdidos si
morían en esa condición. ¡Cuán triste es que los hombres ahora exijan (y los predicadores los
complazcan) un estilo de «predicación» casi completamente diferente al de Cristo. (4) Las
palabras de Jesús debieron agitar la culpa de algunos, haciendo que los fariseos se sintieran mal.
A pesar de la frecuencia con la que Jesús utilizó la culpa como un motivo para el arrepentimiento,
los hombres hoy piensan que es terrible hacer eso.
(5) Las palabras de Jesús no estaban calculadas para hacerlo más popular o dejar la impresión
de que Él podría tolerar a los fariseos, aunque ellos fueran infieles. Él no intentó atraer a las
multitudes por cualquier medio a Su disposición. Sus palabras cortantes algunas veces causaban
que la gente se apartara en lugar de atraerlos (por ej.: Jn. 6:60-66). Mi convicción es que algunas
congregaciones con 100 miembros quedarían con 30 si los predicadores expusieran con el estilo
de Jesús—¡Y las pequeñas serían espiritualmente más fuertes que las grandes!
El Señor Jesús es nuestro modelo perfecto en todas las cosas (Heb. 4:15; 1 Pe. 2:21). Esto
ciertamente significa que Su predicación es la medida para la nuestra. Es un hecho lamentable
que si Él estuviera físicamente entre nosotros hoy quizá sólo le dejaríamos predicar un solo
sermón (¡y tal vez no lo podría terminar!) en algunos de nuestros púlpitos. Es aún más triste
considerar que Él no sería bienvenido en algunas escuelas de predicación y universidades
cristianas. Quizá lo peor de todo, ¡es que sería duramente criticado como «un hombre sin
amor», y «negativo» por parte de predicadores y editores de revistas!
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