Page 21 - JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
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JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
TODOS. Además, cada calamidad, cada enfermedad, cada muerte es una advertencia—después
de la muerte viene el juicio (Heb. 9:27). Dios amorosamente pide al hombre que se arrepienta,
mientras hay tiempo y oportunidad. Sn embargo, «El Señor juzgara a su pueblo. ¡Horrenda
cosa es caer en las manos del Dios vivo!» (Heb. 10:30-31).
El Señor vino a este mundo a buscar y a salvar a los perdidos (Lc. 9:10); abandonó el cielo,
soportó los más severos sufrimientos y vergüenzas, y dio Su vida para cambiar vidas. Su
motivación fue rehacer a las personas. Esta absorbente y urgente pasión depende del
arrepentimiento del hombre; no hay otra manera de escapar del infierno del diablo (2 Tes. 1:6-
12). Es por esto el imperativo ¡ARREPENTÍOS, O PERECERÉIS! Jerusalén rehusó arrepentirse, y
pereció (Mat. 23:37-38). Judas rehusó arrepentirse, y pereció (Hch. 1:25). Si rehusamos
arrepentirnos, pereceremos. Con temas de tal urgencia y severidad ni siquiera el amor de Cristo
podía hablar gentilmente. Almas preciosas están involucradas. ¡Esto requiere una gran
severidad!
Entonces, querido lector, ¿quiénes pueden salvarse? SOLAMENTE aquellos que se esfuercen por
entrar y que caminen por la senda estrecha. SOLAMENTE aquellos que se arrepientan.
SOLAMENTE aquellos que perseveren hasta el fin. SOLAMENTE aquellos que mediante una
obediente confianza permiten que la gracia y misericordia de Dios les eviten el castigo de la
justicia y del juicio de Dios. La verdad fundamental es esta: quien no se arrepienta ciertamente
perecerá—eternamente, excesivamente y sin esperanza alguna.
¡La buena nueva es que podemos arrepentirnos y ser salvos por la gracia de Dios!
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