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JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO

                  iglesia del Señor es estar en Su cuerpo espiritual—es estar en Cristo. Pero, el Nuevo Testamento
                  claramente enseña que uno es «bautizado en Cristo». Observe cuidadosamente: «Porque todos
                  los que fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido» (Gál. 3:27).

                  Así  que,  el  que  es  bautizado  en  Cristo,  es  bautizado  en  el  cuerpo  espiritual  del  Señor,  es
                  bautizado en la iglesia del Señor, es bautizado en el reino del Señor. Pero, cuando el Señor habló
                  con Nicodemo acerca de cómo podrían los hombres entrar al reino Él dijo que los hombres
                  debían nacer del agua y del Espíritu, ¡y que NO HABÍA OTRA MANERA para entrar al reino! Esta
                  es  la  fuerza  de  la  expresión  «el  que  no».  Pero,  si  los  hombres  pueden  entrar  al  reino
                  ÚNICAMENTE  naciendo  del  agua  y  del  Espíritu,  y  si  los  hombres  pueden  entrar  al  reino
                  bautizándose—entonces, claramente, nacer del agua y del Espíritu y ser bautizado son la misma
                  cosa. En cuyo caso el Señor enseña que la única manera que hay para entrar al reino es siendo
                  bautizado.

                  Pero, queremos volver y detenernos en la fuerza de la expresión «el que no». Esta palabra, aquí
                  en Juan 3:3, 5 nos indica que estamos tratando con una «oración exceptiva». El lógico debe ser
                  capaz de traducir cualquier declaración o declaraciones que se hacen en un discurso ordinario a
                  la adecuada proposición que le corresponde. El lógico trabaja con cuatro tipos de proposiciones:
                  la proposición forma-A, una afirmativa universal; la proposición forma-E, una negativa universal;
                  la  proposición  forma-I,  una  afirmativa  particular;  y  la  proposición  forma-O,  una  negativa
                  particular. Pero, la «oración exceptiva» es única. No podemos traducirla a una sola forma A, E,
                  I, O. De hecho, para capturar la fuerza de la «oración exceptiva» debemos traducir (1) en una
                  proposición forma-A, afirmativa universal; (2) en una proposición forma-E, negativa universal; y
                  (3) en una declaración «SI Y SOLO SI».
                  Por ejemplo, supongo que el decano hace el siguiente anuncio: «Todos los estudiantes excepto
                  los de primer año son elegibles para el curso 321». Esto significa: (1) Todos los estudiantes no-
                  de primer año de la escuela son elegibles para el curso 321, afirmativa universal; (2) ningún
                  primer año en la escuela es elegible para el curso 321, negativa universal; y (3) un estudiante en
                  la escuela es elegible para el curso 321 SI Y SÓLO SI no es uno de primer año.
                  Sucede esto mismo con respecto a Juan 3:5. El Señor enseñó: (1) Todas las personas que nacen
                  del agua y del Espíritu son personas que entran al reino de Dios, proposición forma-A, afirmativa
                  universal; (2) Ninguna persona de las que no haya nacido del agua y del Espíritu es una persona
                  que entra al reino de Dios, proposición forma-E, negativa universal; y (3) Alguien entra al reino
                  de Dios SI Y SÓLO SI él (o ella) nace del agua y del Espíritu. De esta manera el Señor declara que
                  uno entra al reino de Dios SI Y SÓLO SI es bautizado en Cristo.

                  El Señor enseñó claramente (y aún enseña) ¡que no hay otra manera! Aquel a quien ha sido dada
                  la autoridad para perdonar los pecados de los hombres (Mat. 28:18-20) declara que el bautismo
                  en el nombre de Cristo es esencial para la salvación. Por lo tanto, no es una sorpresa que cuando
                  el libro llamado «Hechos de los Apóstoles» registra para nosotros—por el Espíritu Santo—varios
                  ejemplos de conversión, es cuidadoso en registrar que en cada ejemplo hubo bautismo.
                  En el bautismo bíblico se nos pone en Cristo, en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu
                  Santo; entra a los beneficios de la muerte de Cristo y de la resurrección de Cristo. En el bautismo
                  bíblico  recibimos  la  remisión  de  todos  los  pecados  pasados.  Estando  en  Cristo,  siendo  un
                  cristiano,  un  hijo  de  Dios,  uno  tiene  la  obligación  y  el  sagrado  privilegio  de  mantenerse
                  caminando en la luz, y así se nos promete el continuo poder limpiador de la sangre de Cristo.




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