Page 26 - JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
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JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
iglesia del Señor es estar en Su cuerpo espiritual—es estar en Cristo. Pero, el Nuevo Testamento
claramente enseña que uno es «bautizado en Cristo». Observe cuidadosamente: «Porque todos
los que fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido» (Gál. 3:27).
Así que, el que es bautizado en Cristo, es bautizado en el cuerpo espiritual del Señor, es
bautizado en la iglesia del Señor, es bautizado en el reino del Señor. Pero, cuando el Señor habló
con Nicodemo acerca de cómo podrían los hombres entrar al reino Él dijo que los hombres
debían nacer del agua y del Espíritu, ¡y que NO HABÍA OTRA MANERA para entrar al reino! Esta
es la fuerza de la expresión «el que no». Pero, si los hombres pueden entrar al reino
ÚNICAMENTE naciendo del agua y del Espíritu, y si los hombres pueden entrar al reino
bautizándose—entonces, claramente, nacer del agua y del Espíritu y ser bautizado son la misma
cosa. En cuyo caso el Señor enseña que la única manera que hay para entrar al reino es siendo
bautizado.
Pero, queremos volver y detenernos en la fuerza de la expresión «el que no». Esta palabra, aquí
en Juan 3:3, 5 nos indica que estamos tratando con una «oración exceptiva». El lógico debe ser
capaz de traducir cualquier declaración o declaraciones que se hacen en un discurso ordinario a
la adecuada proposición que le corresponde. El lógico trabaja con cuatro tipos de proposiciones:
la proposición forma-A, una afirmativa universal; la proposición forma-E, una negativa universal;
la proposición forma-I, una afirmativa particular; y la proposición forma-O, una negativa
particular. Pero, la «oración exceptiva» es única. No podemos traducirla a una sola forma A, E,
I, O. De hecho, para capturar la fuerza de la «oración exceptiva» debemos traducir (1) en una
proposición forma-A, afirmativa universal; (2) en una proposición forma-E, negativa universal; y
(3) en una declaración «SI Y SOLO SI».
Por ejemplo, supongo que el decano hace el siguiente anuncio: «Todos los estudiantes excepto
los de primer año son elegibles para el curso 321». Esto significa: (1) Todos los estudiantes no-
de primer año de la escuela son elegibles para el curso 321, afirmativa universal; (2) ningún
primer año en la escuela es elegible para el curso 321, negativa universal; y (3) un estudiante en
la escuela es elegible para el curso 321 SI Y SÓLO SI no es uno de primer año.
Sucede esto mismo con respecto a Juan 3:5. El Señor enseñó: (1) Todas las personas que nacen
del agua y del Espíritu son personas que entran al reino de Dios, proposición forma-A, afirmativa
universal; (2) Ninguna persona de las que no haya nacido del agua y del Espíritu es una persona
que entra al reino de Dios, proposición forma-E, negativa universal; y (3) Alguien entra al reino
de Dios SI Y SÓLO SI él (o ella) nace del agua y del Espíritu. De esta manera el Señor declara que
uno entra al reino de Dios SI Y SÓLO SI es bautizado en Cristo.
El Señor enseñó claramente (y aún enseña) ¡que no hay otra manera! Aquel a quien ha sido dada
la autoridad para perdonar los pecados de los hombres (Mat. 28:18-20) declara que el bautismo
en el nombre de Cristo es esencial para la salvación. Por lo tanto, no es una sorpresa que cuando
el libro llamado «Hechos de los Apóstoles» registra para nosotros—por el Espíritu Santo—varios
ejemplos de conversión, es cuidadoso en registrar que en cada ejemplo hubo bautismo.
En el bautismo bíblico se nos pone en Cristo, en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu
Santo; entra a los beneficios de la muerte de Cristo y de la resurrección de Cristo. En el bautismo
bíblico recibimos la remisión de todos los pecados pasados. Estando en Cristo, siendo un
cristiano, un hijo de Dios, uno tiene la obligación y el sagrado privilegio de mantenerse
caminando en la luz, y así se nos promete el continuo poder limpiador de la sangre de Cristo.
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