Page 30 - JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
P. 30
JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
Lección 11
«Al infierno donde… el fuego no se apaga»
(Mar. 9:43-48)
Pensemos en una sociedad—nuestra sociedad—cuya población religiosa ha llegado a tal punto
que menosprecian palabras tales como «juicio», o «pecado», etc., y especialmente cualquier
referencia al «tormento» o «infierno». Hay una «sofisticación», según algunos creen que lo es,
donde se considera presuntuoso ser tajante con la Palabra de Dios, y solamente se busca y
escoge lo que es agradable y complementario con uno mismo. Pablo, describiendo la inminente
apostasía, habló de aquellos que «no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón
de oídos, acumularán para sí maestros conforme a sus propios deseos» (2 Tim. 4:3). Luego
continúa diciendo que, con esa disposición, ellos alegremente cambiarían la verdad por aquello
que es simple fábula (v. 4).
Si hay virtud alguna en cualquier tipo de «sofisticación», esperaríamos ver esa virtud en Cristo
quien nunca cometió pecado (Heb. 4:15), y quien siempre cumplió a la perfección con la
voluntad del Padre (Jn. 8:29). Jesús, como Señor y Maestro sin pecado, no sintió que ensuciaba
sus labios al hacer referencia a la separación eterna de Dios, a la posibilidad de que los hombres
vayan allí, y al horror y permanencia de ésta tal como podemos deducir por los términos fuego
y gusano.
Consideremos estos puntos con respecto a la claridad con la que el Señor habló:
(1) Él habló claro y directo con respecto a cuando alguien comete pecado, pero no se deja
controlar por eso. En un tiempo en que los hombres tienen renuencia de usar la palabra
«pecado» y cuando la mayoría no quiere pensar en cosas como «ofensa a Dios», vamos a darnos
la oportunidad de aprender de esto. La esencia del discipulado es que uno está controlado—
controlado por la Palabra de Dios. El dominio propio es una de las virtudes que debe estar en
nuestras vidas (2 Pe. 1:6), y de esta manera seremos personas disciplinadas.
(2) ¡Él habló claro y directo en cuanto a que las personas que no se controlan están perdidas!
Declara que sería mejor que a alguien le colgaran al cuello una piedra de molino de las que
mueve un asno, y que se ahogara en lo profundo del mar, que provocar esa persona un tropiezo
a los más pequeños del reino. Además, enfatiza el tema del control al ilustrar que se debe cortar
la mano, el pie o el ojo que causan tropiezo para que la persona pueda entrar a la vida eterna
(vv. 43, 45, 47). Es mejor esto que mantener intactos los miembros del cuerpo, pero perder el
cielo. Pero, por favor note que, aunque la mano, el pie o el ojo se pueden usar para pecar, estos
miembros no pecan; en cambio el corazón/la mente del hombre es la que ordena en el uso de
estos y de otros miembros, para bien o para mal. Así que, la cuestión es el control, ¡y uno está
perdido a menos que practique el dominio propio, el control!
(3) Él habló claro y directo en cuanto a la existencia del infierno—el Gehena de fuego. Cuando
se menciona el «infierno», esta época «sofisticada» y «refinada» piensa que el predicador ha
caído en la ordinariez. Observe que nuestro Salvador usó la palabra, e indicó que los hombres
irán allí. Al seguir el curso de la voluntad propia, la autocomplacencia y la desobediencia
29