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JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO

                                                      Lección 13

                                           «El que no carga su cruz…»


                                                      (Lc. 14:27)




                  Hubo un tiempo cuando la cruz era mirada con gran vergüenza y como una desgracia. Cuando
                  algunos hombres morían en la cruz eso significaba que eran de lo peor que había entre los
                  hombres. Solamente los ladrones y los más viles pecadores morían en la cruz.
                  No solamente era una vergüenza y desgracia morir en la cruz, sino que también era la forma
                  más  cruel  de  perder  la  vida.  Los crucificados solían  rogar  a  sus  ejecutores  que  los mataran
                  mientras colgaban agonizando—debido a la extrema tortura y dolor.

                  Cuando Jesús murió en la cruz, Él sabía que era inocente y que este era un crimen indignante el
                  que estaban cometiendo contra Él (Heb. 13:3; Filp. 2:5-9; Heb. 2:9-10). Pero logró que la cruz
                  sea vista con otra mirada, con admiración. La vemos en los edificios de las iglesias, en las cimas
                  de las montañas, en la tapa del motor de los camiones, en brazaletes, en collares, en jardines
                  memoriales y cementerios, y en muchos otros lugares y cosas. Cuando pensamos en una cruz,
                  hablando generalmente, pensamos en misericordia.

                  Pero  cuando  Cristo  dijo:  «El  que  no  carga  su  cruz  y  viene  en  pos  de  mí,  no  puede  ser  mi
                  discípulo»,  no  estaba  hablando  de  un  camino  fácil  para  el  hombre.  Me  temo  que  hay  la
                  impresión en la gente de que si obedecen el evangelio y se convierten al cristianismo entonces
                  tendrán un camino lleno de rosas y de fragantes aromas. Es muy de lejos todo lo contrario, si es
                  que vamos a vivir de manera consagrada, dedicada y sumisa ante el Señor.

                  Se  nos  ha  dicho  que  «…todos  los  que  quieren  vivir  piadosamente  en  Cristo  Jesús,  serán
                  perseguidos»  (2  Tim.  3:12).  Jesús  nos  dijo  que,  si  a  Él  lo  persiguieron,  debemos  saber  que
                  también  seremos  perseguidos  (Jn.  15:19-20).  A  algunos  les  parece  una  cosa  extraña  que
                  suframos como hijos de Dios. Aparentemente muchos creen que si uno está sufriendo o la gente
                  está diciendo cosas en contra de un discípulo de Cristo entonces eso significa que ese discípulo
                  no pertenece realmente a Jesús. Pero la Biblia nos dice que no nos debe parecer extraño que
                  nos persigan por ser cristianos (1 Pe. 4:12-16).
                  Me parece tan extraño que cuando los hombres estudian la vida y sufrimientos del gran apóstol
                  Pablo y luego hablan de cuán maravillosa persona era él. Pero cuando uno sigue el ejemplo de
                  Pablo como él seguía el de Cristo, y sufre, entonces ¡algo anda mal con nosotros! Algunos que
                  enseñan y predican de la vida y sufrimientos de Pablo dicen que de haber vivido ellos en ese
                  tiempo habrían sufrido juntamente con él. Si no quieren sufrir por Cristo ahora, ¿habrían sufrido
                                                                                                    ¡
                  junto con el apóstol Pablo por Él? Eso me recuerda lo que el Señor dijo en Mat. 23:29-31, « Ay
                  de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque edificáis los sepulcros de los profetas y
                  adornáis los monumentos de los justos, y decís: “Si nosotros hubiéramos vivido en los días de
                  nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en derramar la sangre de los profetas.” Así
                  que dais testimonio en contra de vosotros mismos, que sois hijos de los que asesinaron a los
                  profetas». Al parecer algunas personas que hablan de los sufrimientos de Cristo y de Pablo, pero
                  que no sufren ni un ápice o tilde por el Maestro, ¡son para los oídos de los justos como nubes
                  que truenan, pero no tienen lluvia!


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