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JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
Lección 14
«…coláis el mosquito y os tragáis el camello»
(Mat. 23:23-24)
Hoy casi en cualquier «círculo religioso» uno puede escuchar lo siguiente de parte de un
«predicador» que dice que sigue «las pisadas de Jesús»:
«A menos que creas en un cierto grado, te arrepientas en alguna medida, confieses de algún
modo, y seas bautizado de alguna manera, lo que sea que hagas para ser salvo, y disculpa que
te lo diga, te pondrá en peligro de ir al infierno, hasta cierto punto».
Las personas, evidentemente, tienen la idea de que Jesús vino a hacer religiosos, ¡pero eso es
totalmente falso! Jesús vino, no para hacer religiosos, ¡SINO PARA HACER GENTE
RELIGIOSAMENTE RECTA! Solamente «la verdad» puede dar libertad a las personas (Jn. 8:32;
17:17), y Jesús vino «lleno de gracia y de verdad» (Jn. 1:14) y era «la verdad» (Jn. 14:6). Jesús
rehusó absolutamente ser colocado en «el mismo molde» de otros maestros religiosos de su
tiempo, y estuvo constantemente en «el filo de la navaja» de la batalla cuando «la verdad»
estaba en juego (comp. Jn. 15:17-24; 17:14-23; Mat. 23:13-36; 10:18-23, 34-39; Lc. 12:49-53;
Mat. 12:22-37; 15:7-9; 13-14).
El Maestro por Excelencia
De todos los títulos con los que se llamó a Jesús, «Maestro» era el que se usaba más
frecuentemente. Su tarea principal fue «enseñar» y su propósito era «afianzar la verdad» en sus
oyentes. Su conocimiento del tema no tenía comparación y enseñaba «como uno que tiene
autoridad» (comp. Mat. 7:28ss). No se metía mucho en lo abstracto, ni en lo especulativo, sino
que enfatizaba el punto principal con lo concreto y tangible (comp. Lc. 13:22ss, observe cómo Él
evadió las acrobacias especulativas de los denominados intelectuales y volvió a Su punto). El
cristianismo es distintivamente una religión de enseñanza y el Maestro por excelencia alcanzó
aun las más profundas recámaras del corazón con Su enseñanza «directo al punto». Una de las
últimas instrucciones que dio a Sus discípulos fue «enseñándoles a guardar todo lo que os he
mandado» (comp. Mat. 28:18-20).
El Predicador Inigualable
Jesús no fue crucificado por predicar aquello de «considerad los lirios del campo» (comp. Mat.
6:24-30) porque Él no suavizaba las palabras, sino que directamente iba al corazón con
«¡escribas y fariseos, hipócritas!... ¡guías ciegos! ¡Insensatos y ciegos!» (Mat. 23:13-17).
Consideremos en detalle lo que dijo en los versículos de los cuales procede el título de este
artículo.
1. ¡Ay (ouai, una interjección) de vosotros!, una declaración que el Maestro utilizó siete veces
(vv. 13, 15, 16, 23, 25, 27, 29) en Su denuncia de estos individuos religiosos.
2. Escribas y fariseos, maestros de la ley, fueron nombrados explícitamente y «señalados».
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