Page 20 - JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
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JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
Cuarto, SOLAMENTE aquellos que se salven obedeciendo el evangelio, serán salvos (Hch. 2:36-
41). No todos los que oyeron el sermón de Pedro fueron salvos. Cuando Pedro mandó a sus
oyentes, «sed salvos de esta perversa generación», muchos de ellos recibieron su palabra y se
bautizaron como tres mil personas. ¡El número de salvos fue SOLAMENTE el número de personas
que recibieron la palabra y fueron bautizados!
Quinto, SOLAMENTE aquellos que están en la iglesia serán salvos. En Hch. 2:41, 47, todos los
salvos [y nadie más que los salvos] fueron añadidos por el Señor a Su iglesia.
Sexto, SOLAMENTE aquellos que se mantengan fieles serán salvos. «Sé fiel hasta la muerte, y
yo te daré la corona de la vida» (Apo. 2:10; comp. 2 Pe. 1:5-11; Heb. 3:12-4:1).
Si no os arrepentís
Uno de los mandamientos del Señor es ARREPENTÍOS, O PERECERÉIS (Lc. 13:3, 5). Cristo recién
había declarado que había venido «no a traer paz, sino división» (Lc. 12:51). La audiencia había
sido advertida por Él de cuidarse de la levadura [falsa enseñanza] de los fariseos, y con respecto
a estar atentos de las señales de aquellos tiempos, pero sin hacer una aplicación personal.
En poco tiempo fue interrumpido por algunas noticias que recibió mientras aún estaba
hablando. Le contaron que Pilato había mezclado sangre de galileos con la de sus sacrificios. No
era extraño que se dieran estas revueltas pues el odio entre romanos y judíos era intenso (vea
Josefo). Los soldados romanos habían descendido de la fortaleza Antonia [la cual miraba por
encima del templo] y mataron a estos adoradores a filo de espada, mezclando la sangre de los
adoradores con la del sacrificio.
El primer pensamiento que vino a la mente de los oyentes fue el de creer que éstos debían ser
pecadores de los peores, razón por la cual el juicio de Dios cayó sobre ellos debido a sus pecados.
Este no es distinto al pensamiento de muchos, hoy. «¿Qué hizo para merecer esto?» Ese era
exactamente el pensamiento de los amigos de Job— que el sufrimiento de Job era una
retribución de Dios por algún terrible pecado que él había cometido. Pero, los amigos de Job no
habían hablado verdad. Algunas veces los hombres sufren debido a sus pecados; sin embargo,
estos galileos no eran pecadores de una peor clase que la del resto de los galileos, como para
haber traído esto sobre ellos. El Señor respondió, «Os digo que no; al contrario, si no os
arrepentís, todos pereceréis igualmente».
Luego Jesús recordó a los dieciocho sobre los cuales cayó la torre de Siloé. Preguntó:
«¿eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén?». Esto no fue resultado
de crímenes que habían cometido, como suelen suponer algunos. Estas muertes violentas no
acontecieron ni por agencia humana ni divina—fueron accidentes. Cristo dijo: Os digo que no;
al contrario, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente». La destrucción de los galileos y
la de aquellos dieciocho eran advertencias en cuanto a la urgencia de arrepentirse. El
arrepentimiento es tanto un solo acto decisivo (v. 5), como también una continua necesidad (v.
3).
Todos pereceréis igualmente
Cuando el Señor advirtió, «Si no os arrepentís» enfocó la atención en los pecados de los que
estaban presentes; no vendría menos juicio que los previamente mencionados si ellos rehusaban
arrepentirse. El arrepentimiento es un cambio de mente, provocado por un compungir del
corazón que resulta en una reforma de vida. Uno debe morir al amor al pecado y a su práctica.
O nos arrepentimos, o perecemos; ¡No hay alternativa! Note el alcance del mandamiento—
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