Page 5 - JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
P. 5

JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO

                                (2) El diablo es real. El registro de Mateo deja claro que el diablo realmente
                                existe y que tiene el poder de tentar. Tentó a Jesús mismo (Mat. 4:1-11). El
                                apóstol, Pedro advirtió a los hombres de la siguiente manera:

                                «Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al
                                acecho como león rugiente, buscando a quien devorar. Pero resistidle firmes
                                en  la  fe,  sabiendo  que  las  mismas  experiencias  de  sufrimiento  se  van
                                cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo» (1 Pe. 5:8-9).

                         2. La Biblia enseña que no hay terreno medio entre Cristo y Satanás. Durante el período
                         bajo el cual la ley de Moisés estaba en vigencia para los judíos, Dios inspiró a Moisés a
                         enseñar a Israel que ellos debían elegir entre las únicas dos alternativas: (1) bendición o
                         (2) maldición. Para tener la bendición, uno debía contar con la aprobación de Dios. Para
                         tener la aprobación de Dios, uno tenía que obedecer (atender) las instrucciones que Dios
                         le había dado. El fracaso en atender a esas instrucciones lo convertía en el objeto de la
                         maldición (castigo por el pecado). Vea Deuteronomio 11:26-28.

                         En realidad, Jesús no simplemente «invita» (aunque lo hace ciertamente); Él manda a
                         todos los hombres a sujetarse a Él en obediencia fiel a Su palabra (Mat. 11:28-30; comp.
                         Heb. 5:8-9; 2 Tes. 1:7-9; Hch. 2:38; 3:19; 22:16).

                         Realmente  no  hay  otro  invitador  final  para  los  hombres  que  Jesucristo  o  el  diablo.
                         Aunque es cierto que hay miles de personas que con regularidad están invitando a otras
                         personas a aceptar esta o aquella religión, aun es el caso que todo ser humano que invita
                         a otro a aceptar alguna religión en particular lo hace utilizando o la doctrina de Cristo o
                         a doctrina del diablo.
                         Cada ser humano aceptará— tendrá que aceptar — o la invitación que Jesús extiende a
                         los hombres o la invitación que el diablo extiende a los hombres. Es simplemente el caso
                         que  no  hay  más  invitador  final  que  estos  dos.  Todos  los  hombres  escucharán  y
                         obedecerán o a Jesús o a Satanás.
                         No hay terreno medio entre Jesús y Satanás (Mat. 11:28-30; 1 Pe. 5:8).

                  II. Jesús enseñó definitivamente que no hay mensaje medio entre la verdad y la falsa doctrina.

                         1. Hay un —y solo un— cuerpo de doctrina que es verdadero. En Efesios 4:4-6, el apóstol
                         Pablo enseñó  que  hay  «siete» elementos—  hay  un Dios,  un  Señor,  un  Espíritu,  una
                         esperanza, una fe, un bautismo y un cuerpo. La «una fe» se refiere al único cuerpo de
                         doctrina que es el evangelio de Cristo (la ley de Cristo, la palabra de Dios, la doctrina de
                         Cristo, etc.). así como hay un —y solo un— Dios, hay un —y solo un— Hijo de Dios
                         (Jesucristo). Y así como hay un —y solo un— Hijo de Dios, hay un —y solo un—cuerpo
                         de doctrina (la fe, el evangelio) cuya creencia y obediencia salvará al hombre de sus
                         pecados (Ro. 1:15-17; Mr. 16:15-16; Hch. 2:22-47; 3:17-23).

                         2. Cualquier otra doctrina religiosa que no sea la fe (el evangelio de Cristo) es inútil para
                         salvar  a  alguien.  Ninguna  mera  doctrina  humana  —no  importa  cuán  sincero  y
                         meticuloso pueda ser su seguidor—puede salvar el alma de algún hombre. Todo hombre
                         que  no  obedezca  el  evangelio  de  Cristo  se  perderá  eternamente  (2  Tes.  1:7-9).
                         Solamente aquellos que cumplen la voluntad de Dios serán salvos (Mat. 7:21-22; 24-27).
                         Ningún hombre que se rehúse a hacer la voluntad de Cristo tiene el derecho de llamarle
                         Señor (Lc. 6:46; comp. Hch. 3:22-23).


                                                            4
   1   2   3   4   5   6   7   8   9   10