Page 101 - Resiliente
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—Para eso me compre un saco de box...

                          —En fin —dijo Máximo encogiéndose de hombros —lo único es
                   que tenemos que volver para el final de la tarde, y creo que

                   sería bueno que viniéramos para el almuerzo, tenemos también
                   que pensar en cómo podemos asegurar ese hueco que esta por el

                   parque de la urbanización, no quiero que ese maldito perro
                   se la pase ladrando toda la noche a un zombi que se va a meter

                   por la casa.
                          —Por el patio no se pueden meter porque es un muro de tres

                   metros guaro.
                          —¡Igual! Solamente imagínate que queramos salir pintando

                   de aquí, no vamos a poder por que están esos bastardos allí.
                          —Te comprendo —le dije —pero no nos vamos a deshacer del

                   perro y lo sabes.
                          —Como si no estuviese acostumbrado a los perros... —dijo

                   mientras se encongia de hombros.



                   Me colgué la escopeta al hombro y en la mochila que yo llevaba
                   metí los cartuchos que me quedaban dándole a Máximo los de la

                   escopeta individual, ambos salimos y me dedique a llenar
                   el Toyota y a acomodarlo bien para el viaje, y chequee la

                   gasolina, entre tanto Máximo y Cleo comenzaron con una larga
                   y melancólica despedida, diciéndose cosas en voz baja, y susu-

                   rrando palabrería, me quede mirando por la ventana y luego subí
                   al volante, mire hacia arriba, donde estaba la ventana del

                   dormitorio principal, y luego encendí el Toyota.



                   Mire a Máximo tranquilizar a Cleo que aparentemente quería que
                   no se fuera, eso iba a ser todos los días así, Máximo le dio

                   una sacudida de los hombros a Cleo y le dijo algo con fuerza
                   que no entendí, pero asumo que algo de su volátil actitud

                   impredecible, luego de eso se subió al Toyota amargado y lanzo
                   la puerta, me miro negando con desesperación la cabeza.



                          —Que huevito con esa mujer —me dijo.

                   Solo sonreí, puse reversa y me puse en marcha directo hacia
                   el portón, la urbanización era una calle recta que tenía casas




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