Page 25 - Resiliente
P. 25

Cuando salí, pude ver el pavimento lleno de ropa... cientos de

                   pedazos de ropa desgarrada por doquier, como si alguien hubie-
                   se hecho un verdadero festín, era un matadero... todo el asfalto

                   estaba lleno de manchas rojizas, de sangre, de cuerpos, de
                   basura... de señales de resistencia, de balazos, de explosiones,

                   mi ciudad antes había sido un bastión turístico para mi país,
                   ahora era un horror... no pude tolerarlo, el hedor de la sangre

                   seca subía al cielo con el sol abrasador de esa mañana.



                   Aceleré mi jeep, no pude seguir mirando... pero si pude sentir
                   una sensación de indignación realmente terrible, una ira que

                   surgió de mis entrañas, algo que tampoco había sentido jamás,
                   aceleré mi jeep, y atropellé a toda cosa Revivida que tuve

                   delante, a toda, mi jeep quedo con el paragolpes doblado,
                   y lleno de sangre coagulada, de restos de carne de esos seres...

                   me dan ganas de vomitar de solo pensar, no sé cuántos  acabe
                   pero aplaste muchos, me siento orgulloso, me siento hasta

                   feliz de haberlo hecho... cuando logre entrar en la Pedregosa,
                   un sector algo alejado hacia una montaña de la ciudad de Mérida

                   por la parte baja de Los Próceres pude ver que los Revividos
                   y su influencia poluta y execrable había llegado hasta esos

                   lugares, los Revividos yacían por todos lados, caminando de un
                   lado para otro, errando, o comiendo cualquier cosa irreconoci-

                   ble que encuentren en el suelo.



                   Cuando me vieron comenzaron a agruparse, por suerte, conozco
                   bien la zona y las rutas que tengo que tomar para llegar a mi

                   casa, los logre dejar atrás, pero el estómago se me iba revol-
                   viendo por el horror que sufría mi cotidianidad, allí donde

                   había pasado mi infancia y gran parte de mi adultez, veía sola-
                   mente vestigios de dolor y de sufrimiento por todos lados, los

                   edificios estaban abiertos como recién saqueados, y la gente que
                   a veces paseaba alegre estaba destrozada y pudriéndose lenta-

                   mente, caminando y estirando sus rígidos brazos hacia mi jeep
                   intentando seguirme y agrupándose a mis espaldas.









                                                                                                                        25
   20   21   22   23   24   25   26   27   28   29   30