Page 28 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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28 EL MUNDO HELENISTICO
rin to y Atenas. Por otra parte, los elementos más dinámicos se habían
exiliado. Los ricos sólo invertían en tierras, lo que hizo desaparecer el
motor esencial de la actividad económica de la época clásica.
Las repercusiones sociales fueron graves. La sociedad se dividió cada
vez más entre una clase ínfima de ricos y un proletariado miserable. Los
dueños de grandes fortunas eran, ciertamente, escasos; Polibio menciona
al etolio Alejandro, el más rico de los griegos, que poseía 200 talentos, es
decir, no mucho más que el ateniense Calías, cuñado de Cimón. Pero ha
bía una burguesía acomodada» cultivada, que tendía a crecer; en adelan
te, sería ia única en alcanzar ei poder en todas partes, lo que colmaría su
apego a los cargos, en ocasiones a costa de duros sacrificios económicos,
El empobrecimiento del resto de la población era inquietante. Du
rante el período helenístico, los salarios habían disminuido indiscutible
mente, según atestiguan los documentos de Délos. Resultaba difícil en
contrar trabajo, puesto que los esclavos hacían la competencia a los
hombres libres. Para muchas personas, sólo había una solución: hacerse
mercenarios.
No se sabe si la clase servil aumentó. Es cierto que, en los santuarios,
especialmente en l ><líos, se han hallado numerosas estelas de manumi
sión, lo que prueb i mu«lilamente, que a la sazón se aceptaba fácilmente
la redención del t se h\o a cambio de una suma en metálico, seguramen
te por el influjo de las filosofías humanistas. Esta mejora de la condición
servil explica el hecho sorprendente de que durante las revueltas sociales
no hubiera una conjuración entre esclavos y proletariado.
Las consecuencias de esta crisis social se revelarían siniestras. Grecia
se despobló y la oligantropía, denunciada por Polibio, se convirtió en
una plaga. Los ricos por comodidad, y los pobres, por estar abocados a
la más extrema miseria, no querían tener hijos, y. si los tenían, los aban
donaban. Filipo V intentó en vano devolver ei vigor a Grecia preconi
zando una política de natalidad y de inmigración.
La miseria engendró, así, la revuelta; reaparecieron el bandolerismo
y la piratería; y resurgieron las viejas reivindicaciones sociales de la épo
ca arcaica: abolición de las deudas y reparto general de tierras. Hubo al
menos una ciudad —Esparta— donde tuvieron un comienzo satisfacto
rio, porque allí las desigualdades sociales eran aún más profundas que
en otros lugares. Dos reyes encabezaron el movimiento: Agis IV, que fra
casó por exceso de comedimiento, y Gleómenes III, que aplicó un pro
grama realmente revolucionario, aboliendo las deudas, creando nuevos
ciudadanos escogidos entre los inferiores o ilotas, y repartiendo lotes de