Page 31 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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LOS ESTADOS HELENÍSTICOS 31
Liberada de la tutela de Atenas en el 314, Délos se dotó de una cons
titución democrática: es ei período llamado de ia independencia (314-
166), durante el cual la ciudad estuvo primero sometida a la hegemonía
de los lágidas, que la convirtieron en el centro de ia Liga de los Nesiotes
(Insulares).
En el 166, Roma puso fin a ia independencia de Délos y la devolvió a
Atenas, que la convirtió en cleruquía; para importunar a Rodas, su puer
to fue declarado franco, lo que dobló el comercio de la ciudad. Poco des
pués, el derrumbamiento de Corinto y de Cartago, junto con la creación
de la provincia romana de Asia, incrementó aún más su prosperidad e
inauguró una época de extraordinario apogeo. Se construyeron muelles,
puertos y dársenas; la sagrada isla se convirtió en puerto franco general,
en el que confluían las mercancías del mundo entero, especialmente tri
go, aceite, vino, madera, cerámica y productos exóticos, llegados a través
de Alejandría o de los puertos sirio-fenicios. Délos se transformó en un
gigantesco mercado de esclavos; de hecho, la difusión del gusto por el
lujo en Roma multiplicó la necesidad de ios mismos y fue muy fácil pro
curarse ganado humano gracias a las capturas de piratas o a las ventas de
los reyes de Gapadoeia y de Bitinia. Estrabón (10, 5, 4) declara, quizás
exagerando un poco, que podían recibirse y expedirse 10.000 esclavos
por día.
La población cambió por completo. Todos los deiios fueron expul
sados a Acaya. En su lugar llegaron, además de los colonos atenienses,
comerciantes y banqueros del mundo entero. Los del Levante medite
rráneo fueron, sin duda, ios más numerosos. Estaban organizados en po
derosos gremios, como los heracleístas de Tiro y los posidoneístas de Be-
ritos (Beirut). Los comerciantes «itálicos» (se designa con este nombre a
todos aquellos que venían de Italia, fuera cual fuere su condición jurídi
ca: ciudadanos romanos, libres, aliados o incluso esclavos), que habían
empezado a frecuentar Délos en el 250, desempeñaban un papel cada
vez más importante, y se agrupaban a su vez en fratrías (cofradías o aso
ciaciones gentilicias), bajo la advocación de una divinidad (hermaístas,
apoloneístas, posidoneístas). Atenienses, itálicos y orientales se codea
ban, pero cada comunidad se mantenía fiel a sus costumbres y a sus dio
ses y construía sus propios almacenes en el puerto y sus propios santua
rios (véase la pág. 162). En las inscripciones, aparece un bilingüismo
grecoiatino. No había escuelas de retórica o de filosofía, pero las man
siones, colmadas de estatuas, frescos y mosaicos mostraban la riqueza y
la afición por el lujo de una burguesía mercantil (véase la pág. 135). Los