Page 64 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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64                     EL MUNDO  HELENÍSTICO

        Sus sucesores siguieron de forma desigual su política, que no dejaría
     de inspirar, asimismo, la de Roma: los seléucidas dotaron a sus Estados
     de numerosas ciudades de nueva planta; los atálidas, a pesar de que Asia
     Menor estaba urbanizada desde hacía ya mucho tiempo, fundaron Pér­
     gamo para disponer de una capital capaz de rivalizar con las grandes me­
     trópolis  de  Oriente;1  el Egipto  de los  lágidas  continuó siendo básica­
     mente rural, pero Alejandría, una creación de Alejandro, experimentó
     un prodigioso apogeo que la convirtió en la ciudad más importante del
     mundo helenístico (fig. 6).



     Las creaciones de los seléucidas

        Seleuco I fundó por su cuenta más de sesenta ciudades, dieciséis de
     ellas con el nombre de Antioquía (del nombre de su padre) y nueve con
     el de Seleucia. Las fundaciones se multiplicaron con Antíoco I, pero se
     detuvieron  con  sus  sucesores  hasta la llegada  al  trono  de Antíoco IV
     Epífanes, con quien se recuperaron esplendorosamente. Por otra parte,
     no hay que dejarse engañar por la palabra fundación, que no implicaba
     necesariamente una creación ex nihilo, sino que podía significar un si-
     noceísmo de ciudades, o la elevación de una aldea indígena a la catego­
     ría de ciudad, cuando no un simple cambio de nombre.
        Aquellas ciudades eran auténticas poleis en el sentido griego del tér­
     mino, con un territorio, una autonomía municipal —especialmente en
     materia jurídica y financiera— ,  con magistrados.  Por  supuesto, ya no
     eran Estados independientes como en la época clásica: en la mayoría de
     los casos, estaban estrechamente sometidas a la vigilancia de un gober­
     nador  (epistates)  y,  a veces,  debían  albergar  una  guarnición.  Por otra
     parte, el rey multiplicaba las muestras de filantropía, participando con
     su propio dinero en la construcción de edificios públicos, ayudándolos
     en caso de catástrofe, y otorgándoles privilegios que acrecentaban su in­
     dependencia, como el derecho de asilo o la inviolabilidad.
        Los objetivos urbanizadores eran muy distintos. Las ciudades favore­
     cieron el auge económico, que acrecentaba en igual medida el tesoro real;

        1.    Otras regiones fueron helenizadas en Anatolia bajo el impulso de los atálidas, es­
     pecialmente Panfilia (llanura entre los montes Taurus y la costa meridional), tierra fértil
     en realizaciones urbanas que, como Pérgamo, «muestran un valor monumental, un in­
     cremento de las proporciones, una composición arquitectónica como en lugar alguno»
     (R. Martin). Perga, por ejemplo, posee magníficas murallas helenísticas.
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