Page 68 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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68 EL MUNDO HELENÍSTICO
el mar, estaba franqueado por una ruta que, en sentido opuesto, permi
tía alcanzar el Asia anterior con caravanas.
La ciudad, fundada en 300 por Seleuco I para 10.000 colonos, al
canzó un desarrollo considerable. A finales del período helenístico agru
paba, sin contar los populosos barrios nativos, entre 300.000 y 400.000
habitantes, repartidos en cuatro barrios: dos cercanos al río, creados
desde su fundación, un tercero, Neápolis, en una isla del Orontes, aña
dido por Antíoco III el Grande, y un cuarto en las primeras estribacio
nes del monte Silpio, obra de Antíoco IV Epífanes, que también amura
lló la ciudad. El plano se ceñía a las normas ordinarias del urbanismo
helenístico: una gran vía, sobre la que se ordenaban las calles en ángulo
recto, discurría paralelamente al río.
Las instituciones de Antioquía eran las de una polis, con bulé y arcon-
tes. Muchos griegos habían llegado para unirse a los colonos macedonios
de Seleuco I y la población autóctona era muy importante: numerosos si
rios nativos, que se helenizaron rápidamente, y los judíos, agrupados en
un gueto. Metrópolis cosmopolita con calles llenas de vida, una florecien
te industria textil y capital del reino seléucida, Antioquía fue una de las
ciudades más prósperas y vitales del Oriente helenístico. Pero, a pesar de
los esfuerzos de algunos de sus reyes (Antíoco III y Antíoco IX intentaron
crear un museo y una biblioteca) y pese a que se trabajaban los metales
preciosos, no podía rivalizar con Alejandría o con Pérgamo como centro
literario y artístico. Su destino era ser una ciudad del Levante mediterrá
neo, cuya incomparable riqueza y la propensión al lujo y los placeres se
consolidarían en la época romana.
Pérgamo la Atálida
Muy distinto fue el destino de Pérgamo. La capital de los atálidas se le
vantaba a 30 km de la costa, sobre un espolón formado por dos afluentes
del Caicos (actual Bakir), el Selinus y el Cetios: este saliente de traquita, a
335 m de altitud, ofrecía una vista admirable, aunque difícil de acondicio
nar debido a su altura. Los arquitectos lo consiguieron superponiendo
tres ciudades, unidas entre sí mediante escaleras, con azoteas y terrazas
que sostenían pórticos a dos plantas, que atestiguan un gusto innovador
por lo pintoresco y que se adaptaban perfectamente al paisaje (fig. 5).5
5. Sobre el urbanismo de Pérgamo, véase la pág. 138.