Page 73 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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EL  MUNDO  DE  LA  CONQUISTA:  LA  EXPLOTACIÓN  DE  LOS  REINOS  73

     representante de los ciudadanos y el defensor de las libertades republi­
      canas. De hecho, en una ciudad que era no sólo capital de un reino muy
     centralizado, sino también residencia real, la autonomía era más una fa­
     chada  que  una  realidad:  los  funcionarios  reales  se  inmiscuían  en  los
     asuntos municipales, especialmente el «jefe de la vigilancia nocturna»,
     titular de un cargo no demasiado conocido, pero seguramente cercano
     al que ocuparía en Roma el prefecto de los vigilantes.
         La vida era animada,  ruidosa y frenética. Los atascos de Alejandría,
     cantados por los poetas, servirían de modelo a los satíricos que evocarán
     los de Roma y, más tarde, los de París. Se daba rienda suelta a todos los pla­
     ceres, incluso los menos inocentes. «Afrodita se sentía como en su casa»,
     decía Herondas (1,26). Como se trataba de una ciudad en la que no era
     muy difícil esconderse, muchos campesinos que huían de la dureza de
     la vida rural se refugiaban en ella (véase la pág. 95). El pueblo era rebel­
     de:  su  carácter  sedicioso  tuvo  oportunidad de  manifestarse tanto du­
     rante las disputas dinásticas del siglo II como a raíz de la intervención de
     Julio César.7


     Las funciones de Alejandría

         Alejandría era prácticamente la única ciudad de Egipto, ya que no
     podemos tener en cuenta las dos ciudades que también tenían estatuto
     de polis, la vieja Náucratis, y Tolemaida, fundada por Soter.
         Tres factores explican un desarrollo único en la historia del mundo
     griego. En primer lugar, Alejandría era el centro político del reino lági-
     da y la sede de la enorme burocracia que administraba Egipto.
         En segundo lugar, era el centro de una intensa actividad económica.
     Sus manufacturas producían vasos de terracota o de metal, delicadas te­
     las, papel (a partir del papiro) y perfumes. De sus talleres salían artículos
     de lujo conocidos en el mundo entero (véase la pág.  150). Además, Ale­
     jandría era propiamente el único puerto de Egipto en el Mediterráneo y,
     por lo tanto, el único vínculo con los otros reinos helenísticos y, más tar­
     de, con Roma.8 A Alejandría llegaban productos de importación como


         7.  Los problemas se remontan al 203 , cuando la población linchó a los nefastos con­
     sejeros de Filopátor.
         8.  Sus relaciones eran universales: en el siglo II, comerciaba sobre todo con Grecia,
     las islas del Egeo, Asia Menor, Siria y Fenicia, Chipre, Sicilia, el mar Rojo y el Ponto. A pe­
     sar de la crisis del siglo II, extendió su clientela a Cartago (hasta 146), Campania y Roma.
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