Page 75 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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EL  MUNDO  DE  LA  CONQUISTA:  LA  EXPLOTACIÓN  DE  LOS  REINOS  15


     Los intercambios internacionales

        La economía colonial, dominante durante mucho tiempo, estaba de­
     sapareciendo: excepto en el Mediterráneo occidental y en el Ponto, los
     productos griegos ya no tenían salida en las regiones subdesarrolladas.
     Por el contrario, aparecían dos nuevos tipos de intercambio.
        Por un lado, el comercio mutuo entre los reinos helenísticos, o con
     Grecia, era activo. En primer lugar, se basaba en los productos alimen­
     ticios (Egipto, especialmente, era un gran exportador de trigo; en cam­
     bio,  los  griegos  de  Oriente  eran  muy  aficionados  al  buen  vino,  que
     siempre procedía de Grecia o de Anatolia, y al aceite de oliva; los papi­
     ros también mencionan algunos negocios más específicos, como el de
     las avellanas del Ponto)  y las materias primas  (madera,  pez, metales).
     En  segundo lugar,  circulaban  productos  manufacturados  de  primera
     calidad: cerámica de Megara, vasos metálicos, bronces artísticos, exvo­
     tos y joyas, tejidos y tapices de lujo  (en adelante, todo lo que era pro­
     ducción corriente sería fabricado en todas partes con el desarrollo de
     las industrias de base).  Finalmente, también el tráfico de esclavos era
     considerable.
        Por otro lado, la conquista de Oriente permitió la llegada al Medite­
     rráneo de productos originarios del África interior, de Arabia y de las In­
     dias: marfil, especias, incienso y perfumes, perlas y pedrerías, maderas
     preciosas... La importancia de los puertos sirios y de Alejandría se ex­
     plica, en gran parte, porque las rutas terrestres o marítimas de transpor­
     te de mercancías confluían en ellos. La compra de productos de gran lu­
     jo provocó el déficit de la balanza comercial, origen de una hemorragia
     de oro y plata que persistiría hasta finales del Impero romano. Ya habrá
     ocasión de volver sobre este tráfico lejano, causa y consecuencia a la vez
     de la apertura del mundo helenístico a las regiones a las que la Grecia
     clásica sólo había podido asomarse.
        Cierto es que no todas las condiciones favorecían el desarrollo del
     tráfico. Las guerras asolaron los reinos helenísticos, y la piratería, sobre
     todo en el siglo I,  fue un mal difícil de atajar. Los griegos tenían rivales
     con los que debían compartir sus beneficios y el comercio con India im­
     plicaba a intermediarios: en la ruta marítima, los árabes; en la ruta terres­
     tre, los partos tras la formación de una Partía independiente. Incluso en
     el Mediterráneo, los griegos tenían rivales osados y emprendedores: Car­
     tago experimentó un nuevo auge tras su retroceso en la época clásica;
     Roma se interesó cada vez más por Oriente y, si bien la gran demanda de
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