Page 72 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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72                    EL  MUNDO  HELENÍSTICO

      to. Entre los monumentos más importantes destacaba el gimnasio, con sus
      magníficas columnatas, el dicasterion (tribunal) y el Sema, o tumba de Ale­
      jandro, aislado de la ciudad por un gran muro. Sólo el palacio ocupaba ya
      una cuarta parte de Alejandría, pero no se parecía en nada a los conjuntos
      monumentales de las residencias faraónicas: construcciones ligeras, jardi­
      nes, el museo y la biblioteca; el teatro formó Neápolis, la ciudad nueva.
         El puerto estaba dividido en dos por el espigón o Heptastadio que
      unía la isla de Faros con tierra firme: al este, el gran puerto, que recibía
      el tráfico principal, y una parte del cual estaba reservado al rey; al oes­
      te, el Eunosto («buen regreso») con el puerto de guerra, un estanque ar­
      tificial  que comunicaba  con  el Mareotis.  En medio de la isla,  el Faro,
      obra de Sóstrato de Cnido, con sus tres pisos superpuestos (110 m) y co­
      ronado por una linterna con un juego de espejos convexos que refleja­
      ban la luz de un fuego de madera resinosa.
         En el populoso barrio egipcio de Rhakotis, las calles eran más estre­
      chas; allí se alzaba el Serapeum. Por otra parte, la ciudad desbordó rápi­
      damente las murallas: al este estaba el suburbio de Eleusis, con el estadio,
      el hipódromo y un cementerio; al oeste, la necrópolis principal y, a lo largo
      del canal que unía Alejandría con Canope, habrá hermosos jardines y sun­
      tuosas residencias en las que, según testimonio de Estrabón, se llevaba una
      vida de holganza.
         La preocupación por el confort y la propiedad llegaba muy lejos: el
      agua se distribuía a través de una estrecha red de canalizaciones situada
      sobre el canal que transportaba el agua del Nilo.


      Un remolino cosmopolita

         La ciudad ofrecía uno de los espectáculos más cosmopolitas de todo
      el Oriente griego. Según el testimonio de Estrabón, tenía más de un mi­
      llón  de habitantes.  Todas las naciones estaban  representadas:  griegos,
      egipcios, sirios y, a partir de un cierto momento, itálicos. Los judíos ha­
      bitaban las dos quintas parte de la ciudad: sus violentas disputas con los
      griegos provocaban, a menudo, graves problemas, que se perpetuarían
      hasta la época romana.
         La ciudad se administraba por sí sola, al menos en apariencia. Co­
      nocemos, a través de las inscripciones, dos asambleas: la bulé, creada por
      Alejandro y que se suprimió muy rápidamente, y la ecclesia, organizada,
      siguiendo el sistema ateniense, mediante tribus, fratrías y demos. El ma­
      gistrado más importante parecía ser el gimnasiarco, que aparece como el
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