Page 60 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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      La carrera armamentista

         En no inferior medida que la administración y la fiscaüdad, ei poder
      del rey helenístico descansaba en ei ejército y k  marina.
         El ejércitoÍS era el de Alejandro, es decir, ei ejército macedonio modi­
      ficado en contacto con Oriente. La fuerza principal -.era la falange, una ma­
      sa compacta* acorazada y erizada de hierro, una norma indefectible: Es-
      trabón  recordaría que «contra la falange compacta y armada, cualquier
      tribu bárbara y cualquier tropa ligera es impotente» (7, 306). El papel de
      la caballería era más importante que en la época clásica: los cuerpos ligeros
      destacaban en la escaramuza y surgieron auténticos coraceros (catabacta-
      rios) a la manera de Persia. Las tradiciones orientales también fueron im­
      portantes en el uso de carros falcados (a la manera iraní) por parte de los
      seléucidas y de elefantes por parte de los soberanos que podían procurár­
      selos/9 El elefante se convirtió en un elemento indispensable de la fuerza
      de choque helenística, hasta el punto de que el último rey de Macedonia,
      al no poseer ninguno, se hizo construir algunos de madera, a los que im­
      primían movimientos los hombres que llevaban ocultos en su interior.
         Los efectivos eran considerables en relación con ios de las polis clá­
      sicas. Filadelfo reunió 240.000 hombres y Filopátpr, 75.000. En Rafia, el
      ejército seléucida comprendía 62,000 infantes y 12.000 jinetes. De ahí el
      terror que experimentaba el enemigo frente a tales despliegues, tan bien
      reflejado en el primer libro de los Macabeos, en el episodio de la batalla
      de Betzacaría; «Los judíos quedaron espantados al oír el estruendo de
      tal muchedumbre, el marchar de aquella masa y el chocar de sus armas,
      Era a la verdad un ejército extremadamente grande y poderoso» (6,41),
          En relación con el siglo IV, no hubo grandes innovaciones en arma­
      mento: la gran lanza [sansa) de los falangistas, la espada corta que sólo ti­
      raba estocadas,20 el casco, ia coraza con lambrequin, el escudo mácedo-
      nio, muy convexo. No obstante, el escudo oval de los gálatas se difundió
      en Oriente entre los mercenarios, y los jinetes adoptaron una rodela pla­
      na, originaria de Italia y probablemente traída por Pirro.
          Los soberanos disponían de acantonamientos fijos para el estaciona­
      miento y la instrucción de tropas: por ejemplo, en Pella, donde el rey de



          18.  Sobre el.mundo de los soldados,  véase la pág.  100.
          19.  Sobrç el abastecimiento de elefantes, véase la pág, 207.
          20.  De ahí ei  pavor de ios soldados de PUipo V ante los estragos dé la espada ibéri­
       ca de tos romanos.
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