Page 55 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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LOS ESTADOS HELENISTICOS 55
los mejores genios especulativos de la Antigüedad: su capacidad de sin
tetizar dos pensamientos tan distintos prefiguró eJ sincretismo heJeno-
cristiano. Aunque él ya no pertenecía a la época helenística, era del lina
je de aquellos judíos de espíritu abierto que, durante tres siglos, se
impregnaron profundamente de la educación griega.
En este aspecto, es considerable la diferencia entre los judíos de Ju
dea -—cuya helenización fue, en el mejor de los casos, superficial— y los
de la Diaspora, cuya asimilación de la cultura griega, especialmente en
Anatolia, Siria y Egipto, fue más profunda, y que, aun permaneciendo
fíeles a lo mejor de su fe, es decir, al monoteísmo, no dudaron en renun
ciar a ciertas prácticas de su religión que les habrían hecho la vida más
difícil en un mundo hekmxado.
L a m o n arq u ía h elenística
El desmembramiento del Imperio de Alejandro y, posteriormente, el
del reino seléucida, no hacen más que confirmar la gran innovación po
lítica que representaba la institución monárquica: pequeños o grandes,
los reinos se instauraron por doquier.
El rey y la corte
Como en tiempos de Alejandro, en k ideología monárquica a la sa
zón constituida confluyeron factores muy distintos. Los filósofos, espe
cialmente pitagóricos y estoicos, desarrollaron la concepción del hom
bre fuerte y providencial que había aparecido desde el siglo IV, sobre
todo con Isocrates. Para ellos, el rey era k ley viviente y encarnada {no
mos em psychos), lo cual se justificaba por su carácter divino. La plebe
era, sobre todo, sensible al prestigio que confería la victoria: los éxitos
militares le parecían la señal más patente del favor de los dioses. Así co
bró cuerpo una monarquía absoluta que, por otra parte, imponía al rey
unas obligaciones morales que los textos repiten hasta la saciedad: el
monarca debía ser activo, benévolo con todos —y, especialmente, con
los humildes—, filántropo y piadoso.
Pero los factores orientales no son menos evidentes. Herederos de
las teocracias orientales, los soberanos helenísticos, al ser hijos de la di
vinidad y de ios dioses, disponían de un poder absoluto. Fue así como