Page 53 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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LOS  ESTADOS  HELENÍSTICOS            53

         La literatura palestina es un buen testimonio de la vitalidad del ju­
     daismo; su redacción en hebreo y a rameo !a contraponía decididamente
     a la surgida en Egipto. Además, a menudo era de inspiración nacionalis­
     ta, dirigida contra la ocupación griega deí país y sus violencias. El Ecle-
     siastés (siglo III)  expresa con vigor un materialismo pesimista, según el
     cual las miserias de la vida presente no pueden ser suavizadas por la pers­
     pectiva de un más allá bienaventurado; el autor se basaba estrictamente
     en jeremías, Ezequiel y Job, pero, si era necesario, utilizaba a Heraclito,
     Zenón o Epicuro. El Eclesiástico (¿principios del siglo II?) muestra con
     más claridad aún la compenetración entre judaismo y helenismo.  Es un
     tratado sobre la educación dividido en breves capítulos intitulados, como
     las diatribas de los cínicos, que influyó en la literatura mord de los griegos
     y en los libros sapienciales de los hebreos: el propio tema de 1a educación
     aparece tratado con frecuencia en el mundo helenístico del siglo III Pero
     hay una diferencia esencial: la filosofía griega tenía como ideal la autar­
     quía, mientras que la judía insiste en la necesidad de la ayuda divina. El
     primer libro de los Macabeos, que narra la insurrección  recurriendo a
     documentos oficiales y a una fuente seléucida, es un testimonio histórico
     fundamental. Pero, en lugar de la historia, suelen preferirse «las compo­
     siciones criptográficas que disimulan los hechos bajo apariencias novela­
     das o que los proyectan hacia el futuro en forma de símbolos o de cuadros
     vivientes» (R. P. Abel): el libro de Daniel comprende una parte histórica
     y una parte apocalíptica, y, frente a los crecientes atractivos del politeís­
     mo griego, ensalza la grandeza del dios de Israel; el de Enoch contiene
     una revelación y visiones históricas.
        Así pues, en tierra palestina, los judíos supieron conservar sus tradi­
     ciones y su espíritu nacional. De natural intolerante y nacionalista, sus­
     citaron violentas reacciones: tras la profanación del Templo, los propa­
     gandistas seléucídas difundieron el rumor de que habían descubierto los
     preparativos para una muerte ritual y que al parecer se había adorado un
     asno en el Sanctasanctórum —acusaciones lanzadas durante largo tiem­
     po contra los judíos antes de serlo contra los cristianos.

     En la Diaspora

         La emigración de los judíos lejos de Judea era un hecho antiguo, ya
      que se remontaba, al menos, hasta la gran catástrofe de .586: la caída de Je-
      rusalén en poder de Nabucondonosor seguida del Exodo. Fue la Diaspo­
     ra (Dispersión), que se acentuó cuando la conquista de Alejandro anexio·
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