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LÁGRIMAS DEL CORAZÓN
Cuando el ser humano se purifica de los aspectos mundanos,
y es absorbido en la luz Divina, sus dificultades quedan superadas,
pero no al contrario. Por ejemplo, la inundación mató a los
enemigos de Allah, pero fue amistosa con Musa (u) y con
Nuh (u). De la misma manera, el fuego que iba a consumir a
Ibrahim (u) se convirtió para él en un fresco jardín de rosas.
Estos acontecimientos no eran casuales sino milagros de Allah
para mostrar el apoyo y generosidad que Allah tiene con sus
siervos veraces. No son más que el principio, ya que su historia
en rica en enseñanza y sabiduría.
Por otro lado, muestran la posibilidad de la ayuda Divina
que puede llegarles a aquéllos que la necesitan y se la merecen. Lo
que un siervo de Allah debe hacer es purificar su corazón de su
nafs, expulsando de él al shaytan y alejándose de todo lo que no
sea Allah. De esta manera, el creyente se vuelve hacia Él y llena
su corazón con Su recuerdo.
Hay que tener presente, no obstante, que el recuerdo de
Allah viene no solamente por medio de la repetición de Sus
Nombres, sino también por medio del verdadero conocimiento
que tengamos de Él. Es este conocimiento el que hace que Sus
manifestaciones se desparramen por toda nuestra existencia. El
continuo recuerdo de Allah nos eleva a tal grado que nos damos
cuenta de que esa es la verdadera función del corazón y, en el
último instante, el único propósito de su creación. El corazón,
entonces, llega a ser el espejo del recuerdo de Allah.
El recuerdo verdadero está por encima de las letras, de las
palabras y de los sonidos. Es así porque la esencia o el núcleo del
corazón son Divinos. Es una entidad espiritual que no se puede
reducir a lo material. Los dos –el corazón y el recuerdo– quedan
sustraídos de la base material, se unifican, se convierten en uno.
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