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RUMI, SHAMS Y SHAB’I ARUS

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               el pecho?”  Estaba rodeado de las manifestaciones Divinas, y aún
               así su corazón expandido nunca llegó a estar satisfecho, su sed
               constantemente aumentaba. Contra más bebía, más sed tenía.
               Proseguía constantemente de un estado espiritual a otro y se
               arrepentía de haber estado en el más bajo. Dijo: “Cada día Le pido
               perdón a Allah setenta o cien veces.” En cada momento que pasaba
               Le pedía a su Glorioso Señor más intimidad. Su pasión no tenía
               límite y la distancia entre el Señor y su siervo era ilimitadamente
               ilimitada. A menudo buscaba refugio en Allah, suplicando: “¡Oh
               Señor mío! No puedo conocerte de la manera que te mereces… no
               puedo adorarte de la manera que te mereces…”

                   La misión de Shams era la de elevar el entendimiento y
               percepción de Rumi (ﻩﺮﺳ ﺱﺪﻗ) a un nivel que no se puede alcanzar
               por medio de la ciencia racional. Por esa razón, gritaba de
               alegría a causa de la expansión que resulta de haber cruzado el
               umbral hacia el objetivo sublime. Se desmayó. De esta manera
               se estableció para siempre la corriente de luz entre estas dos
               estrellas del mundo espiritual.
                   Después, el océano oculto en el pecho de Rumi (ﻩﺮﺳ ﺱﺪﻗ) se quedó
               en el estado de continua turbulencia. Desde aquel momento en
               adelante, su corazón ardía como un mar de petróleo encendido
               por una chispa. Lo hizo Shams de Tabriz, pero encontró que
               era testigo de una explosión en la que él también ardía. Desde
               entonces, el entendimiento de los dos y su participación en el
               conocimiento Divino fue uno.
                   Vemos ahora que la vida de Rumi (ﻩﺮﺳ ﺱﺪﻗ) un modesto maestro
               de  madrasa, se convirtió, después de este acontecimiento, en
               una búsqueda incesante de la verdad. Describió las tres etapas

                   5   Qur’an, Inshirah, 94:1. Ayah, literalmente ‘un signo’, significa también
                       ‘un versículo del Qur’an’.
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