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LA BOTIJA DE AGUA
Un creyente nunca debe depender del conocimiento,
propiedad, riqueza o buenas acciones, por muy abundantes que
sean. Debería ver todo eso como regalos de Allah y tener presenta
que por muy numerosas que sean sus buenas acciones, no son
más que una botija de agua, si la comparamos con el Tigris.
El agua que el beduino recogió en el desierto con sumo cuidado
y luego ofreció al Califa, era su elixir de la vida. No obstante,
derramado en el Tigris, no representa nada, no añade nada.
Lo que el ser humano entiende de lo Divino con respecto
a la grandeza de este último, es como una gota comparada con
el agua del Tigris. La botija de la historia que acabamos de
contar representa nuestro limitado conocimiento. Dado que no
somos conscientes de la grandeza del conocimiento de Allah,
pensamos que el nuestro es amplio y comprensivo. Somos como
una hormiga para la que el montículo en el que vive es todo el
mundo, o como un pez para el que su acuario es el océano. Tener
esta visión de sí mismo es un tremendo auto-engaño.
Cuando la botija de la existencia queda destruida, el agua
se filtra y llega a ser transparente y clara. De esta destrucción
emergen extraordinarias manifestaciones.
El Mensajero de Allah (r) dijo en una ocasión:
“¡Oh Señor mío! Te glorifico y declaro que estás fuera del
alcance de cualquier imperfección. No podemos conocerte como
mereces ser conocido.”
8
Los grandes sabios de este sublime din del Islam también
confesaban que su conocimiento tenía profundas limitaciones.
8 La palabra din significa ‘retribución, rendición de cuentas, práctica de
adoración, adoración, transacción’. Viene de la forma verbal que significa
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