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LA BOTIJA DE AGUA
los rayos del sol, el corazón invadido por el shaytan no deja que
entre en él la luz del Creador Más Misericordioso. Dado que el
ser humano puede no conocer el Tigris, es posible que llegue a
confundir la botija de agua con un océano y se ahogue en ella. A
estos individuos les pierden sus ilusiones.
Yunaid al – Bagdadi se encontró con un hombre que vendía
hielo. El vendedor gritaba: “¡Ayudad al hombre cuyo capital
se está derritiendo!” Cuando Yunaid al – Bagdadi le oyó, se
desplomó.
Si no podemos transformar las inversiones de este mundo en
las del Otro, nuestros esfuerzos serán meramente participaciones
en las manos del shaytan, siendo el resultado una desilusión
dolorosa. Los problemas más grandes de este mundo son la locura
de la extravagancia y la falta de misericordia, que funcionan
como inversiones en nuestro castigo en el Más Allá. La carpeta
de nuestro pasado está cerrada y no queda ninguna posibilidad
de hacer la más mínima revisión en ella. La naturaleza de nuestra
existencia en el futuro es incierta. El momento es ahora. Si
utilizamos las lágrimas de nuestro corazón para regar las buenas
acciones que hemos plantado en el campo que es nuestra vida de
hoy, obtendremos, si Allah quiere, bellas estaciones en el Paraíso.
Es lo que dijo Sadi, el famoso poeta, en el siguiente verso:
“La faz de la tierra es la mesa abierta del Señor.”
En el mundo, todas las criaturas reciben el abundante
sustento como manifestación del nombre Divino de ar – Rahman
–el Más Misericordioso. No hay ninguna distinción entre el amigo
y el enemigo, entre el leal y el rebelde. La misericordia infinita de
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