Page 217 - Biografia
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Jorge Humberto Barahona González



               Para presionar el nombramiento de otro cajero recibidor en Coca-Cola, (éramos 6 y
            necesitábamos 7) en el turno de la tarde, ya que nos quedaba demasiado pesado el
            camello, lidere una operación tortuga en mi turno, claro, esa tarde se congestiono todo.
            Supuestamente, era con el respaldo de mis compañeros, pero las guacas me dejaron
            solo, y los jefes me suspendieron por dos días de mi cargo, por sindicalista. Pero los
            deje mamando, porque me llamaron a la presidencia de la compañía, me escucharon
            y no solamente conseguí el séptimo cajero, sino bonificación por trabajo con alta res-
            ponsabilidad, arma para defensa personal, comida en el turno de noche, servicio de taxi
            puerta a puerta, maquina detectora de billetes falsos y maquina contadora de billetes.






               En una vuelta a Colombia en bicicleta, en un hotel de Pasto, utilizamos el ascensor
            con una capacidad para seis personas, pero de talla y peso normal. En esa ocasión,
            nos metimos en ese ascensor, cinco personas, (Alberto García, Alberto Ramírez, los
            otros no me acuerdo), y yo, que era el más menudito (1.75 de estatura y 70 kilos de
            peso), imagínese lo que paso…! Si, efectivamente, bajando del quinto piso, llegamos al
            primero y el ascensor siguió derecho, el susto fue berraco…! Llegaron los organismos
            de socorro, nos sacaron entre aplausos y vivas, porque no nos había pasado nada,
            todo se volvió fiesta y trago (como cosa rara), ya que estábamos en horas de descanso.







               Después de recibir mi título como locutor comercial y deportivo, mi debut fue, como
            todo locutor novato en esa época, en el turno del bombillo de 12 de la noche a 6 de la
            mañana, en radio 1020 que, en esa época, el estilo de la emisora era: “Escuchemos a
            Nino Bravo, Julio Iglesias y Rafael, son las 2 y 15 de la madrugada, ahí…van… los
            tres pegaditos”, y así durante todo el turno. Desafortunadamente a la negra, a pesar
            de que yo le había pedido el favor que me grabara este paso tan importante en mi vida,
            a ella no le intereso mi sueño y no grabo nada, llegue por la mañana a la casa, ilusiona-
            do para escucharme y me contesto: “Me quede dormida… a mi esa vaina se me olvido”.






               En un diciembre, el sindicato de gaseosas colombiana (Postobón) realizo un paro
            nacional con carácter indefinido, nosotros (Coca-Cola) quedamos solos en el mercado,
            atendiendo y surtiendo los clientes de ellos y nosotros, la orden de la compañía fue
            inmediata: “Debemos trabajar a toda marcha 24 horas continuas”, y así lo hicimos. Lo
            más gratificante, por lo menos en mi caso, fue que, en la colilla de mi siguiente quincena,
            me llego una bonificación bastante grande y un mensaje que me quedo grabado: “Gra-
            cias por su colaboración”, lógicamente, en mi casa no les gusto que yo, prácticamente
            viviera en la embotelladora por un mes, únicamente llegaba para darle los besitos a los
            chinos y a la negra, cámbiese de uniforme y siga trabajando, nunca me creyeron.



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