Page 374 - Biografia
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Yo Beto: Una Historia Chévere para contar




                                                    PORQUE NO SE


                                              VENDÍA LA CASA…?









               Ya con la casa desocupada, pintada y arreglada, después de la muerte de mi madre,
            estaba lista para su venta y con la urgencia de la plata para ponernos al día con la hipo-
            teca, o sino, la señora a quien le debíamos la hipoteca, no nos dejaba vender. Al cance-
            lar esta deuda, podríamos con Yaneth respirar un poco. Dure seis meses en el proceso
            de duelo por la muerte de mi madre y combinándolo con la gestión para vender la casa,
            ya que Yaneth, por la naturaleza de su trabajo, esta labor de venta no la podía realizar.


               Llegaba a la casa a las seis de la mañana y me iba a las seis de la tarde sin desa-
            yunar, almorzar o comer, sin un sueldo, siempre debía depender de la benevolencia y
            buen corazón de Víctor, mi vecino del frente, de don Gustavo el mecánico y también
            vecino del frente, de la familia Piragua, vecina del frente, de Marlén Jiménez (ver su
            ayuda especial en “los ángeles de Beto”), de Juan Reyes y su esposa doña Anita, de
            sus hijos Marcos y Lucho, de Marta Contreras y doña Conchita, mis vecinas de toda la
            vida. El resto, disque mis amigos, disque mi familia, me dejaron solo.

               Se contrataron los servicios de un vendedor profesional con experiencia en venta
            de inmuebles. Visitaron la casa según agenda del vendedor, noventa personas, me
            comentaba don José, hasta cuando le permitieron que me tratara (dicho por el mismo),
            que a él nunca le había ocurrido esto, muchas visitas, pero nada en concreto, él no se
            explicaba que estaba pasando, ya que la casa estaba bien ubicada, era amplia y con
            todos los papeles al día. Sin embargo, analizando la situación entre él y yo, la familia
            nunca nos creyó. La gente que veía la casa, le gustaba cuando empezaba el tour de
            venta, todo normal, pero al llegar al sector del baño del segundo piso y a la habitación
            que fue de mi madre, ahí se desencantaban de la casa, empezaban a ponerle “peros”,
            bien por el precio, por las pequeñas gritas en algunas paredes, por la falta de la plancha
            para seguir construyendo, por las rejas de araña, es decir, salían corriendo y nosotros
            quedábamos como Condorito, plop.


               Definitivamente llegue a esta conclusión con el vendedor, las brujas no existen, pero
            que las hay las hay… en fin, que tal si antes de continuar, disfrutamos de un néctar ver-
            de granizado…? Ahh…! que ricooo…! Salud… chin-chin, ahora sí, continuemos.


               Mi madre prestaba la casa a escondidas de nosotros, para realizar sesiones de espi-
            ritismo y de sanación con médium a bordo, mi madre y la gente que asistieron a estas
            prácticas, comentaban que vieron en la casa, al sagrado corazón de Jesús, levitando


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